Un día
mi maestro se molestó mucho con un compañero, y me pidió
que saliera por él. Yo salí corriendo por mi compañero
y de repente me tropecé con una piedra, me quise apoyar con
mi brazo izquierdo y me lo quebré.
Cuando mi compañero me vio, se rió de mí porque
estaba lleno te tierra. Luego mi otro compañero me ayudó
a levantarme y me llevó a la dirección para que me ayudara
a que no me doliera; luego llegó el director y me llevó
a que me hicieran unas radiografías y después de eso
me enyesaron el brazo.
Y me faltó decir que
el niño que se estaba riendo de mí no le hice nada
porque me dio lástima. (Agosto de 2003)