Un
niño que conozco, que está en mi salón,
nos roba los lápices que están en el mesabanco;
casi siempre se queda sin recreo,
y cuando llego al salón ya no están.
Lo busco y lo busco pero nunca lo encuentro;
y nos enojamos mucho porque no están.
Shaila.
El año pasado, había
un niño que se portaba
muy mal en clase. La maestra le ponía orejas de
burro a los niños que no ponían atención.
Las hacía a la medida: agarraba un pliego de
cartulina color café, se lo ponía en la cabeza,
lo medía, dibujaba las orejas, y las engrapaba.
Después se las ponía, y se sentaba al lado de
la maestra, 10 o 20 minutos.
Los niños se reían el tiempo que las tenía
puestas.
Shaila.