Soy mujer profesionista, médico, llevo laborando en una institución pública por espacio de 10 años. A decir verdad, desde mi titulación he trabajado en este tipo de instituciones, y a pesar del tiempo siempre he observado la actitud tomada en contra de nosotras las mujeres profesionistas por algunos colegas, no todos, hay sus excepciones. La más reciente de mis experiencias es la de la pasada semana, ocasionada por mi jefe inmediato, la que a continuación narraré: fue debido a la solicitud de mi parte de un permiso económico para ausentarme de mis labores, por querer atender pendientes en la entrega de una casa nueva y otros asuntos personales que he tenido pendientes por largo tiempo. Y decidí que no debía posponer más.
Tengo derecho a 10 días de permiso económico, cada 6 meses; solicité a mi jefe tres de ellos, ya que aprovechando mi cumpleaños (que es concedido) serían cuatro. Al llevar el papel para ser firmado por esta persona, mostró gran indiferencia y sí bastante aversión al mismo. Ya que como se trataba de mi persona no era lo suficientemente importante para tomarlo en cuenta y darle el seguimiento debido. Además mi aviso de cumpleaños debía ser firmado por él; y su respuesta fue que primero se tendría que verificar si en verdad esa era la fecha de mi cumpleaños. Después dijo que postergaría su firma para el día siguiente ya que tenía que verificar a un suplente, a lo que prudentemente no accedí.
Al otro día cortésmente solicité a mi jefe la respuesta a mi permiso, la cual fue a distancia y sin darme la cara: “ya te dije que mañana, ya te dije que mañana”. Fue un día de bastante trabajo por lo que no tuve tiempo de replicar o buscar otras instancias. Pero al día siguiente muy temprano, en cuanto vi que llegaba al área de urgencias en el que laboro fui tras él y le pedí por tercera ocasión que me firmara el permiso, su respuesta fue brusca y enojado (había público), me contestó en voz alta que lo dejara llegar, que tenía todo el día para firmármelo si él así lo quería, y que por el momento no lo haría porque se le había olvidado por completo y no había hablado con el suplente. Mi frustración, que en ese momento iba en aumento, me obligó a buscar otras instancias, pues comprendí que de mi jefe no obtendría una respuesta positiva ya que su actitud dejaba mucho que desear, y mi paciencia se había agotado. Eran ya tres días solicitándole en forma correcta mi permiso, un permiso que como trabajadora forma parte de mis derechos.
Acudí a Recursos Humanos, donde expliqué a la jefa de personal mi situación. Ella observó de inmediato mi frustración, decidió hablar con él y pedirle que me firmara, noté el enojo de mi jefe contra mí por la decisión que tomé. La jefa de personal me envió con el papel para que lo firmara, argumentando que todo estaba bajo control: había suplente y él había decidido firmarme. Pero yo sabía que no era así; su enojo era más que evidente. Le llevé el permiso, le dije que se lo enviaban de Recursos Humanos, según en acuerdo habían quedado. Por supuesto él lo ignoró.
Volví a Recursos Humanos, ahora la que demostró gran contrariedad fue la misma jefa de personal; que decidió hablar con el subdirector, éste al conocer los pormenores del asunto, habla por teléfono con él, quien le dice que me firmará el permiso, que se lo envíe conmigo. En este momento me opongo a llevárselo pues considero injusto y denigrante la actitud caprichosa de mi jefe, que me ha hecho ir y venir con el papel en mano (por quien sabe cuantas ocasiones), y aún explicándoselo al subdirector él me obliga a llevárselo no sin antes decirme que si mi jefe no lo firma, él lo hará.
Vuelvo al área de urgencias, le llevo el papel, al entregárselo él dice en voz alta que soy una conflictiva. A lo que yo le contesté que él me obliga a tomar esas medidas, es entonces cuando él suelta el papel y me dice que lo firmará más tarde. Tomo el papel de nuevo y se lo llevo al subdirector quien me lo firma., al fin.
Es desgastante estas situaciones, digo estas situaciones, porque no es la primera ocasión que me sucede esto con mi jefe. Pero no soy la única en este servicio, hay otras dos mujeres a las que también se les da el mismo trato en repetidas ocasiones, sólo que ellas no son trabajadoras de base, y temen quedarse sin su trabajo si delatan estas situaciones, por lo que trabajan a disgusto, y sabiéndose abusadas. Hay muchas irregularidades, que con los varones no se observan. A ellas se les obliga a permanecer fuera del horario, ó solas en un servicio; donde por lo menos debe de haber dos médicos, se les promete pagarles más si aceptan quedarse, y nunca se les cumple o no se les da el tiempo requerido cuando así se les ha prometido. En cambio a los varones se les ofrece toda consideración y privilegios para entrar y salir del servicio a la hora que desean; no cumplen con su horario, fallan cuando quieren y sin ninguna explicación con toda la complacencia de parte de este jefe.
Es triste y frustrante observar cada día lo mismo, la discriminación o misoginia en todo su esplendor y aún con conocimiento de las autoridades que no dan remedio a estas actitudes que en pleno siglo XXI debían haber desaparecido.
Exhorto a todas las mujeres sean profesionistas o no a no quedarse calladas; a siempre buscar la solución; a mantenerse dignas del respeto que como mujeres y sobre todo que como seres humanos tenemos derecho.