Con relación al problema o discapacidad de mi hijo, Miguel Eduardo, como mamá, hay ocasiones en las que me pregunto por qué le tocó a él estar en esta situación. Las personas mayores comentan que a todos los hijos se quieren por igual, yo quiero mucho a mis 3 hijos; pero tal vez por la sobreprotección que le he dado a él, a veces siento que lo quiero más que a mis otros hijos. Ya que como ha sido el más apegado a mí por su discapacidad (creo que por eso es el más cariñoso), también es muy sociable, muy comunicativo y expresivo; pero también muy berrinchudo. Y la mayoría de las veces quiere hacer lo que él quiere, pero yo no se lo permito. Aunque reconozco que hay ocasiones en que sí.
Por parte de familiares, especialmente tíos, el niño también ha recibido protección más allá de lo normal; brindándole todo lo que él desee o no llamándole la atención cuando se porta mal. Soy yo quien les hace ver que se debe de tratar como un niño normal.
Cuando estuvo en preescolar, las maestras y también los alumnos lo sobreprotegían, pero a la fecha no ha recibido burlas o malos comentarios.
Algunas personas voltean a verlo con curiosidad, cuando lo ven caminar; algunas me preguntan qué le pasó, y otras simplemente no hacen ningún comentario.
Con respecto a su futuro, me pregunto si él no tendrá problemas para hacer una carrera profesional, o para poder formar una familia.
Por mi parte, ya he aceptado a mi hijo con su discapacidad; pero hay ocasiones en las que me siento culpable en lo que se refiere a su terapia física. Porque hay días que se me pasa y no le hago su terapia. En este aspecto, mi esposo me ha apoyado en traerlo aquí a Hermosillo, pero a realizarla (la terapia) no; y sinceramente necesito de su apoyo. (Febrero de 2003)