Mi nieta es para mí, el regalo más hermoso que Dios me dio. Todo lo que sufrí con el cambio de conducta de mi hija, la mamá de la niña; porque yo no sabía que tenía problema psiquiátrico, todo lo paso.
Lo que vivió me deprimió mucho: verla drogada, se salió de la casa, anduvo en pandilla; pero eso no me alejó de ella. Busqué, luché por ella, por todos los medios. Desde el momento que me dijo que estaba embarazada le dije que tenía que cuidarse; primero no quería su embarazo porque la detenía mucho de andar en la calle. Entonces le dije, que si yo sabía que trataba de hacerse algo para abortar la iba a demandar junto con las personas que cooperaran. Quizá eso la detuvo para no hacerlo.
Yo le pedía mucho a Dios por ella y por la criatura. Busqué
ayuda médica, que la vieran en la casa, porque ella no quería
ir al hospital. La llevé por la fuerza al hospital psiquiátrico.
Primero la estuvo viendo el Dr. J, pero se fue y ya no quería
venir. El Dr. J la pasó con el Dr. C, fue cuando la traje a
la fuerza, con mi esposo. Ya que platicó con C, nomás
trató que rechazara a la niña. Sufrió un accidente,
a los 3 meses de embarazo se quebró un pie; estuvo enyesada
por 3 meses. Ya Dios me ayudaba cuando le sacaron radiografías,
le pusieron un mandil de plomo para que no afectara el embarazo. Ese
tiempo no se drogó porque estaba en la casa; pero a los 5-7
meses se escapaba, no seguido pero sí, y era cuando se drogaba.
A los 7 meses se colgó, pero la ayudamos a tiempo, y se asustó
mucho y no volvió a salir. No intentó nada porque creía
que se le había muerto la niña. De ahí a los
9 meses platicaba mucho conmigo, me contaba todo lo que había
pasado; ya tomaba medicamento Tegretol/400mg. diarios.
Nació la niña muy bonita, muy grande; pesó 3,940kg.
Yo le noté su cara un lado más grande que el otro, luego
que nació. Todo estuvo bien, le dio pecho 11 meses, fue a la
prueba del tamíz, yo siempre la acompañaba. Ella le
daba pecho a la niña y yo la cuidaba. Alababa a Dios y lo bendecía,
porque la felicidad de ver a la niña compensaba todo; no me
importaba nada más que cuidarla y protegerla, darle lo que
podía. No me importaba acostarme a las 12 de la noche cuando
tenía los cólicos. La bañábamos entre
mi hija y yo; pero ya después ella no la llevaba al médico.
Cuando se enfermaba la llevábamos mi esposo y yo, no nos importaba la hora; yo trabajaba y le alistaba la ropa también a la niña. Ella, mi hija, nomás se encargaba de darle pecho y cuidarla mientras yo no estaba. Le daba indicaciones de su comida, que la cambiara; la niña siempre durmió con su mamá.
A los 5-7 meses me di cuenta que no movía su brazo izquierdo y la llevamos al Dr. Del DIF, nos mandaron al CREE, ahí fuimos a las terapias para que nos enseñaran como hacerlo. Por su problema, sentía que necesitaba más atención, que debía protegerla más.
Y así es como ella es la alegría de nuestra casa. Trato de darle lo mejor, aunque muchas veces no sea lo correcto. Al 1er año se le hizo su piñata con su pastel, la chiquiamos mucho todos en la casa.
Mi hija se juntó con un muchacho a los 2 años que cumplió la niña; ya para entonces la niña dormía con nosotros: conmigo y mi esposo. Mi hija convive todos los días con la niña, pero ella vive con nosotros. Si salgo fuera de la ciudad ella siempre va conmigo a dondequiera que vaya; yo la llevo al kinder.
La quiero mucho, representa mucho para mi esposo y mis demás hijos. Entre todos cooperamos para sus medicinas, para su ropa, para su alimentación. Yo ya no trabajo, me dedico más a ella. Su mamá también me ayuda en lo que puede económicamente; y también a bañarla. Ahora hasta le lava la ropa.
Mi hija desde que supo el problema de la niña, de su hemiparesia, ya no se volvió a drogar, tiene sus crisis, pero gracias a Dios las ha ido superando.
Muchas veces pienso que ya estoy grande, y que se me van a escapar muchas cosas para atenderla mejor; pero mientras pueda lo voy a hacer. Ahorita es lo más importante para mí, siempre y cuando ustedes como médicos me indiquen qué es lo mejor. (Enero de 2003) .