Boletín Informativo, de expresión libre y creativa para padres, niños, familiares y amigos.
Hermosillo, Sonora, México.

Mi nombre es: María de los Ángeles. Me casé cuando tenía 18 años, y mi ilusión era tener un hijo, sin saber que eso cambiaría mi vida por completo. Al nacer mi primera hija, no respiró, yo no sabía lo grave que era eso, al momento me lo dijeron los doctores y también que eso era muy grave y que no podían saber si la niña pasaba esa noche con vida y que si lo lograba la trasladarían al DIF porque en el hospital donde la niña había nacido no tenían los suficientes aparatos que necesitaba para su atención; y yo les contesté que estaba de acuerdo, pero en realidad yo ni siquiera sentí nada, como si no fuera mi hija de quien me estaban hablando, en eso pasó mi esposo a verme y me comentó que si los doctores me habían dicho lo que sucedía, y yo le contesté que sí y a las pocas horas me levanté de la cama y fui a ver a mi hija y lo único que vi fue a ocho doctores rodeando la incubadora donde estaba mi hija y aún así no sentí nada, yo estaba como ausente, no estaba en todos mis sentidos cuando trasladaron a mi hija al otro hospital. Vi como un doctor salió corriendo con la niña hacia la ambulancia poniéndole oxígeno.

Al día siguiente, me dieron de alta del hospital y fui a mi casa a reposar y me daba cuenta que mi esposo y mis hermanos andaban preocupados. Me empecé a dar cuenta que era por la niña, pero yo todavía no entendía por completo que tan grave era lo que pasaba con mi hija, ni que pasaba conmigo porque no lloraba o no podía; de repente yo les dije que quería ir a ver a la niña al hospital pero la única manera de verla era a través del cristal de los cuneros y lo que vi fue que la niña estaba rodeada de aparatos y sondas que en mi vida había visto y como que en ese momento desperté y empecé a llorar y después de ese momento no quise separarme ni un instante de ella, no podía creer lo que yo estaba viendo. Al paso de los días me fui informando de lo que pasaba con mi niña. Había días en que me decían que estaba grave pero estable y con eso yo me conformaba. Un día de repente me informaron que la niña le había dado un paro cardiaco y que lo superó, y también me dijeron las enfermeras que le habían puesto agua bendita, y la habían bautizado con el nombre de María, porque estaba a punto de morir. Y nosotros les dijimos que estaba bien, y luego nos dijeron que se había establecido y yo les pedí que me dejaran entrar a verla para estar juntas.

Para esto ya habían pasado 30 días, era la primera vez que yo tenía a mi hija en mis brazos. Me pidió el doctor que le hablara a la niña, que le trasmitiera mi amor, pero a mí me daba mucho miedo cargarla porque tenía sueros, sondas por todos lados y oxígeno. Y en ese momento, cuando yo la cargué la niña se alteró, no podía respirar y el doctor me dijo que me saliera para poder revivirla. Después pregunté cómo se encontraba y me dijeron que la niña no ponía nada de su parte, que los aparatos así como el oxígeno estaban trabajando por ella. Y yo empezaba a desesperarme y decía: ¿qué Dios no me escucha? Porque por más que le pedía, no hacía nada. Pasaron otros 15 días más en los que había altas y bajas y nosotros ahí con ella, y pedían medicinas todos los días.

Mi esposo se iba a trabajar y yo no me quería separar de ahí. Un día le hablé a él para decirle que tenía que venir porque me dijeron que firmara un documento donde yo estaba de acuerdo en que operarían a la niña de un pulmón y que era urgente porque si no se moriría, y otra vez dije: ¿Dios, no me escucha? Y también de esa operación la superó, pasó una semana y todo se tranquilizó, yo no dejaba de pedirle en cada momento a Dios por ella, pero también le reclamaba que ¿porque a mi niña?, que ¿por qué a mí? Que yo no era mala y como por arte de magia la niña se recuperó y estabilizó; y una doctora me dijo que a la niña la darían de alta, ahí pasó dos meses, y me explicó que la niña tenía que atenderla con diferentes doctores: oculistas, otorrino, neurólogo y fue ahí cuando me dijo la doctora que ellos no sabían con exactitud el daño al cerebro, que yo me daría cuenta con el tiempo, pero que por lo pronto la atendiera con esos doctores.