Boletín Informativo, de expresión libre y creativa para padres, niños, familiares y amigos.
Hermosillo, Sonora, México.

Los últimos días del niño Víctor...

        Pasaron las fiestas de navidad y año nuevo; apenas eran las 7 de la mañana del 1ero de enero, el “beeper” fue activado, emitió su señal clásica que había estado “sin hacer de las suyas” desde hacía casi dos semanas.

        Así empezó, o puedo decir continuó la historia de Víctor...

        Bien, revisamos a Víctor, se internó por un día; se fue a su casa, regresa a los cuatro días y de nuevo se interna por dos días. Y así, hasta el 15 de enero en que se le encontró pálido, con mucho sueño, y muy débil; además de 2-3 Kg menos, si ya de por si siempre había estado por debajo de su peso.

        En ese día se decide realizar estudio de neuroimágen para ver si su válvula de derivación por hidrocefalia estaba funcionando bien. Según el resultado no había anormalidad. Pues bien, concluyó el estudio de Víctor, y el niño fue pasado a los brazos del papá; quien había decidido llevarlo de un hospital a otro, caminando la cuadra que los separaba.

        Después de 20-30 minutos de esto, aún en la recepción del gabinete de imagenología, ingresa al cubículo del radiólogo una secretaria muy asustada, corriendo, gritando; decía que el papá del niño al que acababan de hacerle el estudio notaba que no se movía su niño. Lo pasamos a la camilla del cuarto magnético de la resonancia, y aún estaba el anestesiólogo. Pedimos estetoscopio, catéter, bomba y mascarilla para brindarle respiración. Yo me mantuve tranquilo al escuchar su frecuencia cardiaca, pero me impactó verlo pálido y que además no respiraba; así que empecé a darle respiración boca a boca por 2-3 minutos, ya con el ambú conectado al oxígeno, se continuaron las maniobras. El papá estaba con nosotros, él lloraba escasamente, pero lo sentía asustado, nervioso y muy preocupado. En ningún momento le dijimos que saliera del cuarto.

        Después pedimos una cama en la unidad de terapia intensiva, y ahí lo pasamos. Enseguida le hablamos a su pediatra, a quien 30 minutos antes le había dicho que el estudio había concluido. Esta segunda llamada fue para decirle que el niño tuvo un paro respiratorio; 2 o 3 minutos más tarde llegó él, casi al mismo momento que la mamá del niño. Permanecimos como una hora más a un lado de su cama; se le colocó una cánula endrotraqueal por la boca, conectada con el ventilador artificial. Su corazón nunca se detuvo, seguía su ritmo. Pasada una hora revisamos sus ojos; y sus pupilas se dilataron a lo máximo, esto pasó en 2 o 3 segundos probablemente.

        El pediatra y yo nos dirigimos una mirada, con la que nos comunicábamos la gravedad del caso; y entonces le propuse a él junto con el anestesiólogo, ir a un cubículo aislado y platicar con los padres y una tía que les acompañaba. Y nosotros tres comentamos el estado crítico actual del niño. Pasó como una hora de estar escuchándolos e intentar responder tantas dudas que ellos como nosotros teníamos. Consideramos que el origen del paro respiratorio se debió a la combinación de varios factores: la pérdida de peso, la deshidratación, la complicación de un estómago hipotónico, las crisis convulsivas, su hidrocefalia; la duda del funcionamiento de la válvula, el efecto posterior de la anestesia, en fin, no existía nada claro. Lo único que estaba claro es que los padres consideraban que los médicos que le atendieron el embarazo antes de nacer el niño, habían sugerido que se interrumpiera la gestación un mes antes de la fecha de su nacimiento, debido a las pocas posibilidades de vida. Los padres no aceptaron y decidieron tener con ellos al niño, aunque fuera el día de vida que le pronosticaron.

        Así, de recién nacido, le corrigieron una malformación cerebral llamada encefalocele localizada a nivel de la fontanela anterior (mollera). Y al mes de edad, le operaron nuevamente su cerebro para colocarle una válvula con un catéter dirigido al abdomen con el fin de corregir su hidrocefalia. Yo conocí al niño cuando tenía un mes y medio de edad, me lo llevaron por haber iniciado en esos días con movimientos involuntarios de sus labios, mejillas, y párpados. Esto se convirtió en algo que ocurría con frecuencia, de ahí se decidió indicarle tratamiento con anticonvulsivantes; y desde los 6 meses hasta la fecha estas convulsiones se controlaron con la combinación de los dos nuevos antiepilépticos. De fondo el niño tenía una malformación cerebral llamada holoproscencefalia. Todo esto que había del padecimiento de fondo del niño lo estuvimos comentando con los padres.