Por. Dra. Ana Silvia Figueroa-Duarte.*
Con más frecuencia que la que quisiéramos, observamos a través de los medios de comunicación, abordar el tema del Trastorno del Déficit de la Atención, TDAH (término utilizado para designar a los niños hiperactivos), generalmente recomendando a los padres (en muchos casos casi advirtiéndoles), que dichos niños deben ser medicados con el fin de controlar sus “conductas perturbadoras”. Ha llegado a tanta la presión de que sean medicados que, incluso de las mismas escuelas, envían a los niños que muestran algún tipo de conducta que se aparte de la aceptable con “profesionales de la salud”, que mediante estudios sofisticados –los cuales implican altos costos económicos– tales como: mapeo cerebral, potenciales evocados, resonancia magnética, etc. Y la prescripción de varios medicamentos, entre ellos psicoestimulantes, antidepresivos, ansiolíticos o una combinación de éstos (con bastantes efectos secundarios, que además se contraponen unos con otros, o bien no están indicados para dicho problema) etiquetan a los niños como que tienen TDAH, con sus correspondientes costos no sólo económicos sino además físicos y emocionales.
El mayor problema es que muchos de estos niños son sobrediagnosticados. El que un niño sea inquieto, no preste atención constante en clase y muestre conductas impulsivas no significa que padezca una alteración neurobiológica. En la mayoría de los casos se trata de problemas tan diversos que van desde conductas normales de acuerdo a la edad, a la personalidad o el ambiente en el que se desarrolla el niño; hasta conductas reactivas como respuesta a dificultades en la familia, un ambiente escolar demasiado autoritario o bien permisivo, experiencias traumáticas no resueltas en las que se incluye el abuso; hasta otro tipo de dificultades tales como problemas de aprendizaje o escolares, o en ciertos casos un nivel intelectual menor al promedio de los niños de su edad. O tratarse de una interacción de factores tales como la desnutrición (sabemos que tiene considerables efectos en la conducta y el aprendizaje); la hiperviolencia a la que están expuestos los niños a través de los medios masivos de comunicación, como en sus hogares; la inadaptación al régimen escolar; además de los distintos trastornos que pueden confundirse con TDAH.
En el periodo de 1994-1995, realizamos un estudio en esta localidad en torno a dicho trastorno, y encontramos que en una revisión de 217 expedientes clínicos con diagnóstico de TDAH sólo 79 casos cumplían con los criterios para dicho trastorno, el resto sugería otros, tales como: problemas de conducta, capacidad intelectual limítrofe (por debajo del promedio), trastorno de lenguaje, retraso psicomotor, y retardo mental. El mismo fenómeno lo observamos en la práctica clínica: niños que son canalizados de las escuelas u otros médicos ya con el diagnóstico de TDAH. Dichos resultados han sido publicados en revistas médicas, sin embargo se continúan repitiendo los mismos abusos, todo hace suponer que tiene muchísimo más peso los intereses que están en juego, –tengamos en cuenta que es un trastorno que ha redituado en bastantes beneficios para algunas personas–; que el interés porque esta problemática se resuelva.
El mensaje sería el siguiente: no aceptar un diagnóstico de TDAH cuando no se hayan descartado otro tipo de problemas: Trastornos de conducta, aprendizaje, lecto-escritura; nivel de inteligencia por debajo del promedio; problemas emocionales, entre muchos otros de los que se mencionaron anteriormente, (recordemos que la prevalencia de TDAH en la población general es tan sólo del 2 al 5% de la población). Así mismo, no aceptar tratamientos o terapias de dudosos resultados. Todo lo anterior con el fin de evitar potenciales daños físicos, emocionales, como económicos. Y que no se continúe repitiendo la medicalización de problemas que en la mayoría de los casos son debidos a causas sociales, más que de problemas neurobiológicos.
Para mayor información sobre este tema, y otros relacionados con problemas neuropediátricos de los cuales hemos realizado revisiones, puede usted consultar en las siguientes direcciones:
Trastorno del déficit de la atención-hiperactividad (TDAH). Tópicos de controversia en su diagnóstico y tratamiento
:
Bol Clin Hosp Infant Edo Son 2000; 17(1): 49-67
Determinantes Sociales de la Salud; su Relevancia en el Abordaje de los Problemas de Salud Mental Infantil. El Caso del TDAH*
Bol Clin Hosp Infant Edo Son 2014; 31(2); 66-76