Boletín Informativo, de expresión libre y creativa para padres, niños, familiares y amigos.
Hermosillo, Sonora, México.

Padres

        El día de ayer estuve con la psicóloga de mi hija, y me hizo algunas preguntas, he pensado mucho en ello; quisiera describir cómo me siento, pero yo misma me hago bolas con todo lo que pienso. Lo que menos quiero es lastimar a las personas que me rodean, empezando por mi familia; pero siento que es lo que estoy haciendo. No quiero gritar y grito, no quiero pegar o amagar y lo hago; me gana la rabia, el coraje; no me gusta como soy, quisiera cambiar, quisiera sentirme contenta, no sentirme como últimamente me he sentido.

        Antes caía en etapas depresivas, pero hace mucho que no batallaba tanto para salir de ellas, como en esta ocasión. Me he sentido muy mal, siento que soy un estorbo, que nadie me toma en cuenta, que no soy nadie, que nadie se da cuenta de cómo realmente soy, o cómo yo creo o quisiera ser; pero creo que a lo mejor actúo todo lo contrario de lo que quisiera ser, o lo que yo creo ser, no lo sé, y por eso creo que necesito ayuda.

         Hay algo que me preocupa, es el hecho de que siempre he puesto una barrera para evitar ser lastimada; he tratado de no dar importancia a cosas que han sucedido y lo he logrado, continúo como si nada hubiese pasado, como si fuera algo de todos los días; pero poco a poco me he dado cuenta que me he vuelto insensible, porque ha habido momentos emocionales muy fuertes en mi vida y ni siquiera he sentido tanto dolor, o a la mejor si lo he sentido pero no he podido llorar; derramo lágrimas pero no puedo soltar el llanto, siento una bola en el pecho o en la garganta, que sé yo.

        Lo mismo me sucede con cosas que hago a diario, siento que soy muy dura con las cosas, después de que actúo de determinada manera me siento culpable (en ocasiones más culpable que en otras, depende de lo que haya sido); por ejemplo, cuando por algún motivo me desesperé y reaccioné agresivamente con mis hijos, ¿se preguntará cómo agresiva? Pues gritando muy feo, como me gritaba mi papá, –y tanto que odié sus gritos–, o levantando la mano amenazándolos; a veces he llegado a golpearlos dándoles una nalgada o pegándoles con el cinto. Antes, mucho antes, recuerdo que en algunas ocasiones aparte de gritar, llegué a jalarle el pelo a mi niña más grande, y ella se asustaba y era cuando yo reaccionaba: la abrazaba y le pedía perdón, y al mucho tiempo volvía a repetirse, no era muy seguido pero lo recuerdo, y me duele recordar porque siento que les he hecho mucho daño y los quiero mucho, y no quisiera que me recordaran así, sino todo lo contrario.

        Yo amo la vida, he tratado de inculcar a mis hijos el amor por ella, el trabajo, el que no se dejen caer; que no importa volver a empezar, que deben luchar por lo que quieran ellos, no los demás; apoyarse entre ellos, que deben ser sencillos y amables, que deben compartir porque siempre habrá personas que nos necesiten.


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