Quemaduras.- Los niños son lesionados
con cigarrillos, cerillos, objetos o alimentos calientes (plancha,
horno, parilla). Otros formas son asfixia y ahogamiento. Se ha
insistido en la necesidad de considerar siempre la existencia
de otras formas de maltrato a los niños. Algunas de ellas
son muy conocidas, pero por su frecuencia y complejidad generalmente
se evitan. Los niños de la calle son el vivo ejemplo de
esta realidad. Las víctimas del ritualismo satánico,
del síndrome de Munchausen, y el abuso fetal son clara
evidencia de la intencionalidad del daño. Sin embargo,
existen otras formas en donde la situación ambiental favorece
la posibilidad de que exista agresión a los menores aunque
ésta no sea intencional; como ejemplo se tiene a los niños
de la guerra, los niños ilegales en la frontera norte de
México, y los que constituyen el denominado maltrato étnico.
Sexualmente.- Desde el punto de vista médico un
menor puede ser víctima de: incesto, violación,
fomento a la prostitución y manipulación de genitales.
Otras formas son: la pornografía infantil, el ritualismo
satánico, la corrupción de menores, entre otras.
Este problema se ha señalado con mayor frecuencia en las
niñas; el hecho es que también se da en los niños,
probablemente la razón de que no se tengan datos, se deba
a que no se ha estudiado con mayor profundidad.
Emocional.- Recordemos
que el maltrato físico es solamente una de las formas de
agresión de las que son víctimas los niños.
Sin embargo, existen otras variables de agresión que, sin
dejar huellas en el organismo del menor producen cicatrices en
su personalidad similares y en ocasiones más graves de
las que resultan por la agresión corporal.
En muchos casos, no son solamente los padres o padres sustitutos
los que aplican el castigo y afectan el desarrollo de los pequeños;
desafortunadamente existen otros individuos en su mayoría
adultos que abusando de su rol de autoridad, someten a los niños
a diversas formas de agresión. Es frecuente encontrar maestros,
médicos u otros profesionistas, convencidos de que la agresión
es el mejor método para modificar la conducta y la ejercen
directa o indirectamente, utilizando en ocasiones a los propios
padres como instrumento de agresión (canalizando así
su propia agresión).
Por otra parte, se ha señalado que toda situación de deprivación afectiva, y ante todo, cuando se presenta durante el primer año de vida, será experimentado intrapsíquicamente como una agresión, propiciándose la violencia; característica con que estos individuos manifiestan su incapacidad para establecer relaciones de empatía o afecto profundo, lo que reduce la posibilidad de apelar a sus sentimientos o sentido común para así modificar su conducta.
Asimismo, el niño también puede ser víctima de constante hostilidad verbal, ridiculización, desvalorización; de deprivación tanto como de sobreprotección, causa del poco conocido “ síndrome del niño vulnerable”. Ausencia de respuesta a sus necesidades de contacto afectivo: carencia de caricias, de afecto e indiferencia a sus estados anímicos.
Repercusiones del maltrato en los niños.- Son niños que crecen en un mundo de apatía y desconfianza, con problemas de aprendizaje en la escuela, con defectos perceptuales como consecuencia del daño cerebral (debido al maltrato físico), con un concepto de infravaloración que les hace pensar que no son aceptados, que no se les quiere, con un concepto muy pobre de ellos mismos, lo que genera una actitud de desconfianza y hostilidad ante la sociedad, incapacitados para establecer relaciones interpersonales, tienen poca capacidad para disfrutar de la vida. Entre los síntomas psicológicos se han encontrado: enuresis, hiperactividad, tartamudez, fobia a la escuela (si es ahí donde se le degrada), dolor abdominal, cefalea, alteraciones del ritmo del sueño, depresión, etc; su cociente intelectual disminuido probablemente debido a las lesiones neurológicas secundarias al daño físico y emocional.