Al no haber entrenado la habilidad de solucionar problemas por vías no violentas, al tener en déficit su capacidad de comunicación y al sostener un sistema de creencias que erige a ciertas actividades como válidas por ser "masculinas", el hombre golpeador toma como natural su comportamiento y se halla lejos de pensar o de tomar conciencia de que tiene una grave dificultad de conducta, la cual necesitaría ser revisada y modificarla por su propio bienestar y el de su familia.
Abuso físico y emocional.
No sólo
es la agresión física: los golpes, los ataques
con objetos contundentes, el empleo de armas blancas o de fuego
que generan situaciones con un riesgo inmediato de muerte. También
dejan una mayor evidencia de lo ocurrido por sus señales
perceptibles: hematomas, heridas, fracturas y otras lesiones.
A estos ataques graves que puede sufrir una esposa se agregan
otras conductas frecuentes del marido como: pellizcar, empujar,
inmovilizar, sacudir, jalonear el cabello o los miembros, bofetadas,
puntapiés, intentos de estrangulamiento, rasguños,
echarla fuera de la casa, abandonarla en sitios desconocidos,
dejarle marcas o desfiguración, no ayudarla, no darle
dinero para las necesidades de la casa, manejar alocadamente
el carro con la familia adentro, empujarla por la escalera,
quemarla, no asistir a la mujer cuando está enferma o
embarazada. El punto extremo de esta escala de abuso físico
culmina en un posible aborto por golpes, en el homicidio de
la mujer, en el homicidio del hombre cuando la mujer no soporta
más, o en el parricidio cometido por los hijos para defender
a la madre.
El abuso emocional
está integrado por dichos o hechos que humillan y hacen
descender el nivel de la autoestima de la persona. Este tipo
de abuso no es tenido en cuenta y, no obstante, es la principal
fuente de deterioro psíquico para cualquier humano. Las
mujeres suelen manifestar que la herida íntima provocada
por los insultos duele y permanece en la conciencia mucho más
que un golpe físico.
El golpe físico
se cura, pero la voz del marido diciendo atrocidades queda resonando
en los oídos de la mujer por mucho tiempo, y termina
formando un cúmulo de recuerdos dolorosos que se evocan
permanentemente.
Un marido violento puede burlarse de su esposa, criticarla e insultarla de mil maneras: en su calidad de madre, de ama de casa, de profesional o simplemente, como persona. Ella no parece servir para nada, por lo menos en privado. Él no admite ni reconoce los sentimientos de ella. No repara en sus habilidades o virtudes y nunca da su aprobación ni aun ante las mejores realizaciones de la mujer. La culpabiliza de todo lo que sucede en la familia, o entre ellos. Tiene una exigencia desmesurada para requerir la absoluta atención de la esposa. Se muestra celoso y competitivo con los hijos. De ahí que sea tan frecuente que la violencia comience o se acentúe en el primer embarazo o luego del nacimiento del primer hijo, justamente cuando la mujer pone su atención y energía en otro ser que no es su marido.
El
hombre golpeador puede contarle a su esposa detalles de sus
aventuras extramatrimoniales, o compararla negativamente con
otras mujeres. Prodigar toda clase de amenazas, por ejemplo
puede andar armado jactándose de su fuerza y poder. También
la extorsiona haciéndola sentir culpable o la pone en
disyuntivas en las cuales la mujer, haga lo que haga, saldrá
siempre mal parada. La desprecia y humilla delante de los hijos
o él se hace la víctima delante de ellos acusándola
de sus sufrimientos.
Existe otra
forma de maltrato emocional que no es considerada en su cabal
gravedad: el silencio. Muchos de estos hombres no le hablan
a su esposa, la ignoran, no contestan a sus preguntas o comentarios,
no se detienen a dialogar y la mantienen en una situación
de lejanía. Pasan por su lado como si no existiera; no
la toman en cuenta, sea en decisiones, en proyectos o en actividades
diversas; no la escuchan, la obligan a callarse y llegan a impedirle
o prohibirle conversar o emitir opiniones dentro y fuera de
la casa.
El abuso sexual
consiste en la total desconsideración por el aspecto
de la intimidad de la mujer. La forzará a mantener relaciones
sexuales aunque ella no lo desee. La fuerza por su mayor poder
físico, con amenazas o con un arma.