Boletín Informativo, de expresión libre y creativa para padres, niños, familiares y amigos.
Hermosillo, Sonora, México.

        Un día estaba yo haciendo el quehacer, y a mi hija le dio sed y fue a tomar agua donde estaba mi suegra, y le dijo: “no tomes agua en ese vaso, ya sabes que no me gusta porque lo llenas de babas”. Y entonces yo le grité a mi hija Vanesa: “vente para acá, no sabes que tu nana te tiene asco” Y eso, a mí, como su madre, me dolió mucho, porque ella es su nieta.
Aconchi, Son.

        Tenía 23 años cuando decidí tener a mi primero hijo. Los primeros meses de mi embarazo fue todo normal; al cumplir los 8 meses tuve una amenaza de parto y fui internada. Al paso de los días me detuvieron el parto; y a punto de darme de alta, las enfermeras se confiaron y me dieron permiso de levantarme para que me bañara. Estando en el baño y al caer el agua tibia sobre mi cuerpo, sentí cuando se rompió la fuente y se me vino el parto allí mismo. Lo que hice fue agarrarlo y subirlo hasta donde pude (me estiré el cordón umbilical).

        Todo iba perfecto al primer año, al 2do, al 3ero, 4to... y al cumplir mi hijo los 4años 6meses, estando en el super, le vino la convulsión yo en ese momento creí que estaba deshidratado-, inmediatamente tuvo atención médica, y después de varios estudios llegaron a la conclusión de que el niño tenía epilepsia (llamada crisis de salam). En esos momentos que recibí la noticia se me vino el mundo abajo, por desconocer esa enfermedad. Inmediatamente cuando le diagnosticaron eso, creí que iba a ser un niño anormal; no se que sentí a partir de ese momento; me puse en manos de los especialistas y no salía de los mismos. No veía ninguna mejoría con el medicamento que estaba tomando; lo veía todo sedado.

        Cuando iba a entrar a la escuela fue mi mayor preocupación, afortunadamente lo inscribí en preescolar particular; y muy bien. Al entrar a la primaria lo fui a inscribir a una escuela regular, y le informé a la directora de ese plantel sobre su enfermedad: me cerró las puertas. Me recomendaron una escuela especial. Fui a la escuela especial; le hicieron una evaluación y sí me lo aceptaron. El niño ya va a tercer grado de primaria (en educación especial); gracias a la confianza que me dio el médico que me lo está atendiendo, para que yo comprendiera que el niño podía aprender. Ahorita ya sabe leer, y escribir poco; ya sus crisis están más controladas, y lo principal, que el niño se siente más seguro de él mismo.

        La siguiente, es una nota de la directora de la escuela, donde se encuentra un niño que padece epilepsia.-

        Sra. Alma:

        Su niño no va a poder aquí, no trabaja, y con ese mal que le da menos. Necesito comprobante de sus estudios que le han hecho. Le suplico presentarse a esta oficina lo más pronto posible.

        La Directora del plantel.