Boletín Informativo, de expresión libre y creativa para padres, niños, familiares y amigos.
Hermosillo, Sonora, México.

        Desvalorizar. La gente "normal" con frecuencia cree que la persona con el estigma es menos valiosa, menos humana, y menos atractiva. Algunos de nosotros practicamos más de una clase de discriminación, y por hacer esto reducimos las oportunidades de vida de la persona estigmatizada. Muchos tienden a ver a la persona como inferior o incluso peligrosa, y usa palabras hirientes como ”lisiado”,”imbécil, “mongol”, “ataquiento”, “loco”, “pinto”, etc. Esos quienes aceptan los efectos devaluatorios de los cambios físicos, ven a la persona con una identidad social dañada.

        Estereotipar. Las categorías simplifican nuestra vida. En lugar de tener que decidir qué hacer en cada situación, nosotros podemos responder a categorías de situaciones. La mayoría de los eventos de nuestra vida caen dentro de categorías generales, y las respuestas son entonces simplificadas. Sin embargo, algunas veces, la inclinación a categorizar conduce a un pensamiento limitado e incorrecto; tal como suponer que la persona con una discapacidad es incompetente. Los estereotipos son una clase negativa de categoría; son reacciones sociales a situaciones ambiguas y nos hacen reaccionar a expectativas de grupo, más que personales. Colocar a las personas con enfermedades crónicas o discapacidades en una categoría estereotipada, reduce la ambigüedad hacia éstas y hace la situación más cómoda para aquéllos que adoptan los estereotipos. Mucho menos esfuerzo es requerido para sostener un prejuicio. Usando categorías y estereotipos disminuye nuestra atención a otras características. Si nosotros somos inconscientes de los atributos o capacidades de una persona, las características negativas se vuelven la principal identidad social.

        Etiquetar. La etiqueta que adjuntamos a la condición de un individuo es crucial e influye en la forma en que pensamos acerca de él. En algunos casos, la inhabilidad a ejecutar ciertas funciones no es tan traumatizante como la connotación inherente en la etiqueta o clasificación negativa.

        Así, la estigmatización se convierte en un verdadero prejuicio social y se puede manifestar, entre otros, a través de un ostracismo; es decir, un encierro y alejamiento que refleja una actitud de distanciamiento de parte de la sociedad, de rechazo y temor hacia el enfermo o discapacitado.

        Estar solo, si es elegido activamente, tiene el potencial de recrear o reconstruir la psique humana. Por el contrario, el aislamiento social involuntario es visto negativamente, porque los resultados son la disolución de los intercambios sociales y el apoyo que ellos proveen.

        Al carecer de la retroalimentación saludable del intercambio social cotidiano con los demás, la persona aislada puede volverse desconfiada, depresiva, hostil, ansiosa y aturdida.

Respuestas de los profesionales.
        Los profesionales del cuidado de la salud, comparten valores y expectativas de su sociedad; la gran mayoría de médicos, terapeutas, enfermeras y aquellos relacionados con los trabajadores de la salud comparten el sueño de la familia saludable: de éxito, atractiva y cohesiva. Esos valores influyen en las percepciones que se tienen de individuos con discapacidades, quienes son considerados como deteriorados o "menos que normal".

        Los valores de la sociedad y las definiciones de estigma afectan las actitudes profesionales. Estos muestran todas las reacciones que una persona no estigmatizada tiene hacia aquellos con discrepancias de algún tipo. Por lo tanto, necesitan un profundo entendimiento de cómo responder hacia los individuos con estigma, si se pretende vencer los efectos de la conducta estigmatizada.

Respuesta de y hacia los niños con discapacidad.
        Los niños aprenden a interactuar con otros quienes son culturalmente diferentes por mirar y oír a quienes están alrededor de ellos. De la misma forma, nosotros aprendemos cómo tratar a quienes padecen una discapacidad, por incorporar los juicios sociales.

        Existe una gran cantidad de investigación que indica que participar en relaciones de amistad es parte integral del desarrollo de un niño y su bienestar. Sin embargo, es poco conocido la importancia o beneficios de la amistad en personas con discapacidades. Por lo general, a estos niños se les limitan sus oportunidades de interactuar con sus compañeros, principalmente con aquellos que no tienen esta condición. Se pone mucho énfasis en remediar los "déficits" del niño y se falla en reconocer sus capacidades.
        Por otra parte, son escasos los estudios que abordan el impacto psicológico, del rechazo social, en estos niños; lo cual por sí solo sería un tema para otra publicación.

        Es necesaria la implementación de programas que promuevan el reconocimiento de las discapacidades, y por tanto, la aceptación de los niños. Entender tanto sus semejanzas como diferencias entre estos. Acciones que contribuyan a mejorar las actitudes y aceptación hacia estos niños.