Nosotros pensábamos que no nos hacía falta nada, que ya estábamos completos con la primera niña que teníamos enferma, pero no, la segunda niña vino a llenarnos de alegría, de esperanza, de amor, nos enseña que hay esperanza en todo momento, ni siquiera puedo explicar esto que siento. Cuando me siento morir de tristeza, ella me dice: ¿qué tienes mamá? Y yo con esas palabras me ayuda a seguir, como si me dijera: “mamá, no sufras yo estoy aquí para enseñarte y ayudarte a vivir a ti, a mi papí y a mi hermanita”, porque ella es tan inteligente que no lo puedo creer.
Pero bueno, volviendo a hablar de Fernandita, mi niña, hubo un tiempo en que muchas mamás planearon ir a Cuernavaca a una delfinoterapia, y yo fui la única que no quiso ir, yo les dije que no creía en eso, que yo prefería ir al teletón porque pienso que físicamente si le puedo ayudar a mi hija; pero neurológicamente no. Y no es que yo no tenga fe, pero yo estoy consciente de que la niña nunca va a caminar, ni hablar. Yo la llevo a terapia física porque por lo menos la niña no está rígida. Y eso dio de mucho que hablar en las otras mamás, me decían que no perdía nada con llevarla, pero no me convencieron.
Yo pienso que eso no funciona, claro que mis respetos para todos los que creen en la delfinoterapia, porque por ejemplo yo tengo dándole ocho años terapia, diciéndole lo mismo todos los días y no veo mucho cambio; y ellos dicen que con meterlos con los delfines 15 minutos, los niños tienen muchos cambios. Cambios que tal vez sean las ganas que tenemos las mamás de que los niños tengan; y esos comentarios a mí me hacen mucho sufrir, porque tal vez piensen que yo no quiero que mi hija se cure, pero ¿no saben que si yo supiera que eso lo soluciona no lo haría? Yo por mi hija daría mi vida entera, yo he hecho muchas cosas por ella, la he llevado a E.U, con doctores y todos me dicen lo mismo, que siga con las terapias.
Hubo un tiempo, que en mi desesperación,
la llevé con curanderas, cosa que estoy arrepentida porque
eso es pura ignorancia, por eso digo que ya hice de todo. Ahora
lo único que me queda es cuidarla, como lo he hecho hasta
ahora y darle gracias a Dios que me la ha prestado y que halla gente
que nos ha ayudado científicamente y moralmente también.
¡Que Dios los bendiga! (Junio de 2003)