Boletín Informativo, de expresión libre y creativa para padres, niños, familiares y amigos.
Hermosillo, Sonora, México.

La importancia de las historias...

Dra. Ana Silvia Figueroa D.

        La gente que cuenta sus historias, sobre experiencias con sus enfermedades, transforman estas experiencias en una responsabilidad moral. Lo anterior implica, de acuerdo con Arthur Frank, tres éticas.

        Una ética del recuerdo que es practicada cuando se comparten recuerdos de acciones pasadas. Exponer el pasado de una persona a otros requiere tomar responsabilidad de lo que fue hecho. Acciones pasadas pueden ser desaprobadas, pero no pueden ser desconocidas; nadie más las hizo, y no pueden ser cambiadas. La historia es una oportunidad moral para marcar correctamente lo que fue realizado equivocadamente o de manera incompleta.

        Una ética de solidaridad y compromiso es expresada cuando el que cuenta ofrece su voz a otros, no para hablar por ellos, sino para hablar con ellos como compañeros; son quienes por diferentes razones tienen la oportunidad de hablar mientras otros no.

        Finalmente, las historias practican una ética de inspiración; puesto que los seres humanos necesitan ejemplos en quien inspirarse1.

        No obstante lo anterior, en nuestra menos que ideal existencia con frecuencia guardamos importantes experiencias a nosotros mismos. Sabemos que retener esas experiencias en secreto puede ser biológicamente agotador, puede bloquear el trabajo cognitivo natural, y puede distanciar al que guarda la experiencia en secreto, de amigos y familia.2

        Traducir personalmente experiencias inquietantes o molestas dentro de un lenguaje en un formato de historia, incluso cuando la historia es escrita más que hablada, afirma Saliba Mediha3, puede realizar por nosotros lo que el contador oral debe tener realizado por nuestros ancestros: mejorar la salud física y mental, como el desarrollo de lazos sociales más estrechos.

        En el pasado, las historias venían de los ancianos, los contadores de historias, la familia, y fueron transmitidas por generaciones. Muchas de estas historias tradicionales se han perdido y junto con ellas la habilidad de escuchar, entender y aprender. Ellos entendían el simbolismo dentro de las historias, encontraban lecciones de vida; podían cuestionarse y buscar significado en sus vidas.

        Nuestra sociedad de “partes”, fragmentada, nos ha llevado lejos de ver el “nosotros” en la historia, en la vida. Pero como señala Saliba Mediha, podemos volver a entender el “nosotros” por contar nuestras propias historias, curándonos a través de escuchar nuestros propios esquemas. No una cura en el sentido alopático, lo cual implicaría una enfermedad y un tratamiento, sino una cura en una forma que nos permite vernos a nosotros mismos como parte de un todo.

        Semejantes esquemas no pueden ser pesados ni medidos, pero pueden ser trazados a través de escribir y leer, releer, y rescribir; y el compartir las historias que representan padecimientos y procesos de enfermedades de personas afligidas. Y en este trazar viene el descubrimiento, el emerger de una idea, una oportunidad de hacer una elección diferente, crear un nuevo esquema de conducta, creencia, o el de hacer las cosas mejor4.

 

 




1 Frank, Arthur. Op. Cit.
2 Pennebaker J. Telling Stories: The Health Benefits of Narrative. Literature and Medicine.2001;19: 3-18.
3 Saliba M. Story Language: A Sacred Healing Space. Literature And Medicine. 2000;19:38-50.
4 Ibid.