Boletín Informativo, de expresión libre y creativa para padres, niños, familiares y amigos.
Hermosillo, Sonora, México.

        David ha sido una alegría desde el día en que nació (6 de abril de 99). Fue una de las experiencias más hermosas de mi vida; experimentar sentimientos tan profundos como alegría, ilusión, pero sobre todo el amor que inspira el hecho de que haya nacido.

        El nacimiento de David fue un acontecimiento. Se movió mucha gente ese día para ir al hospital a conocerlo. Recibimos flores, regalos, felicitaciones y muchas bendiciones de parte de un gran número de amigos y familiares. Por el lado paterno, es el nieto número 3 y el primero por el lado materno. Por esta parte, era una experiencia jamás vivida por parte de mis hermanas, por ser tías por primera vez, y por parte de mis papás por ser abuelos.

        El desarrollo de David fue normal desde el nacimiento hasta el 4to mes. A partir de éste mes, empezamos a notar que lloraba muchísimo y se doblaba; creíamos que era dolor, por lo que los médicos le hicieron varios estudios: entre ellos cólon por enema, “coloendoscopía”, y análisis de sangre. Todo lo anterior, fue un martirio constante, tanto para el niño como para mí, por el hecho de sentirme impotente ante el dolor y sufrimiento de mi hijo.

        Así transcurrió un mes hasta que mi mamá sugirió hacerle un electroencefalograma; y así fue como supimos el problema de David: espasmos infantiles.

        Ha sido un largo camino desde entonces hasta hoy, que tiene dos años de edad. Cada avance que David da, es un gran paso y una gran satisfacción.

        Confío plenamente en Dios. Confío totalmente en que David saldrá adelante pues el Señor nos ha capacitado para llevar adelante esta situación; a la cual no le llamo enfermedad ni problema, mucho menos maldición, porque se que un hijo es una bendición independientemente de las circunstancias en las que Dios nos los entrega. Creo que he aprendido como madre, y hemos aprendido como familia en general, que el dolor de entregar a un hijo es incomparable. Así decía al principio: “¡Nadie me puede entender!” Pero si hay alguien que entiende mi situación este es Dios el todo poderoso quien “entregó a su hijo único, para que todo aquel que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna”, Dios ha pasado por lo que muchos padres han vivido: ver sufrir a sus hijos, pero debemos recordar que la meta es mucho más satisfactoria que lo que muchas metas y logros nos pueden dar.

        Gracias por este espacio de expresión, y gracias por ejercer sus conocimientos médicos y humanos en nuestro amado David.


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        Un día fuimos a misa mi hija y yo; el padre estaba dando el sermón, cuando de pronto se quedó callado por un momento y dijo : “niño quítate la gorra por favor”, dirigiéndose a la niña. Como yo estaba sentada en otra fila, miré hacia donde estaba ella y me di cuenta que la niña, lo que hizo fue tratar de esconderse detrás de la gente. Yo sentí ganas de llorar, sentí ganas de estar junto a ella y decirle que no hiciera caso, también sentí coraje hacia el padre. En la oración, yo le pedí perdón a Dios por sentir eso; entonces yo recapacité y entendí que el padre no sabía el problema de la niña ( vitiligo y alopecia). Por eso, en la siguiente misa, yo pasé al altar y hablé con el padre.

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