Por otra parte, los cónyuges pueden reducir contactos debido a su falta de deseo a socializar con otros. Pueden creer que ellos traicionarían al difunto por salir con otra gente o por experimentar un sentimiento de culpa después de pasar un buen momento. Proveedores de apoyo potencial temen decir o hacer las cosas equivocadas, esto puede llevar a decrementar contactos sociales y agravar el sentido de aislamiento y soledad del afligido.
Facilitadores de la recuperación.
Resultados de
investigaciones en este tema, sugieren que los miembros familiares
y amigos juegan un rol significativo en el proceso de recuperación.
Frecuentemente
en este tipo de estudios, es reportado por los padres siguiendo
la muerte de su niño, un sentido de fracaso o pérdida
de poder y capacidad, así como culpabilidad. Esos sentimientos
de impotencia y fracaso pueden atraer a los padres hacia lo metafísico,
como ellos intentan dar sentido a un mundo que lo ha perdido,
por la muerte. La religión puede servir a algunos en ayudarlos
en su búsqueda por comprensión, puesto que provee
un marco dentro del cual interpretar la experiencia. Se ha considerado
que las creencias de vida eterna pueden permitir a los padres
considerar la muerte como una transición dentro de otro
estado y obtener consuelo en el hecho de que su niño está
en un lugar sin sufrimiento.
En general, los
facilitadores de recuperación son formulados en términos
de lo que a los afligidos encuentran de ayuda o de quien ellos
derivan consuelo. Estos quedan dentro de las siguientes categorías:
miembros familiares, religión/creencias de vida eterna,
amigos, hablar acerca de la muerte con alguien, capacidad para
funcionar, entre otras.
Cuando se menciona
el tipo de ayuda de amigos, con frecuencia comprende apoyo emocional
en forma de discutir las propias experiencias. También
se indica que aspectos específicos de religión,
tales como Dios, rezar, el pensar que el difunto está en
el cielo o en un mejor lugar, leer pasajes de la Biblia, ir a
la iglesia, y reforzar la fe fue de consuelo.
También se señala que para otros, el consuelo fue derivado de la capacidad para funcionar o tomar cuidado de ellos mismos. Áreas específicas incrementaron independencia y autodependencia; participación en pasatiempos, actividades, intereses, trabajar; estar ocupado, confianza, fuerza, y control; capacidad para ayudarse así mismo o a otros.
Fuentes de consuelo.
Se ha señalado
anteriormente, la importancia del apoyo que proporcionan los miembros
familiares y amigos, para ambos padres y cónyuges. También
se tiene documentado que los contactos sociales pueden ser consuelo
porque distraen al afligido de su pena, o facilitan su resolución
por permitirles confrontar su dolor. Para los cónyuges
otras personas pueden ser capaces de llenar el vacío y
proveer consuelo al ofrecer su compañía. En comparación,
la muerte de un niño supone violación de las creencias
acerca de un mundo presupuesto, y el consuelo
puede resultar de ayudar al afligido con esas cuestiones.
Gran número de personas afligidas reporta que hablar acerca
de la muerte con otros fue particularmente de alivio. Por ejemplo,
hablar o incluso escribir acerca de los pensamientos y sentimientos
de eventos traumáticos puede llevar a incrementar la salud
física y psicológica; interpretar hallazgos en términos
de la capacidad de la persona para integrar tales experiencia
en una forma coherente.
Conclusiones.
La complejidad
sobre el morir, la muerte y la aflicción son un reflejo
de la complejidad de la vida misma. El presente trabajo representa
tan sólo un intento de acercamiento a dicho tema. Nuestro
principal objetivo fue proporcionar alguna información,
que fuera de utilidad a las familias para comprender en alguna
medida dicho fenómeno.
No obstante, hay
que tener en cuenta que los resultados de estos trabajos nos muestran
los efectos de una sola causa de muerte, como lo fue, los accidentes;
habría que considerar otras causas, tales como: las enfermedades,
homicidios, suicidios, yatrogenias, etc.
Además,
a estos datos que hemos recopilado les hace falta desarrollar
aspectos tan relevantes como: hablar del miedo hacia la propia
mortalidad y ¿de qué manera ese miedo afecta o se
agrava con la muerte de un ser tan cercano como lo es un familiar?;
¿cuál es la experiencia de los hijos cuando se muere
uno de los padres, o bien cuando muere un hermano?; ¿y
cuál, la de los abuelos cuando muere un nieto, y viceversa?.
Otro aspecto ausente en estas investigaciones es hablar en términos
del amor hacia el ser que se ha perdido.
Finalmente, necesitamos
más estudios y /o historias que nos ayuden a comprender
y aceptar nuestra propia mortalidad, a vivir sin tanto miedo y
angustia; sólo de esa manera seremos capaces de vivir el
tiempo que aún nos quede, con mayor libertad y plenitud.
Referencias.