“REFLEXIÓN”
El recorrido más triste y escabroso es:
el sepultar a algún familiar o amigo.
Triste porque no se volverá a ver, y
escabroso por los recuerdos que
genera este hecho.
En ese día, los familiares nos unimos
para cumplir con este sagrado momento;
aunque algunas veces no se haya aceptado
en vida. Y es aquí donde se hacen reclamaciones
o comentarios. Unos buenos y otros malos,
en contra o a favor del fallecido.
Esto debiera hacerse en vida;
no cuando ya no se puede hacer algo por esta persona.
También algunas veces los familiares
les otorgamos sufrimientos, penurias o malos tratos en vida.
Es aquí donde los remordimientos resurgen,
así como las lamentaciones; pero ya nada puede hacerse.
Otras veces la irresponsabilidad de nosotros mismos
coadyuva a que esto ocurra con mayor rapidez:
el dejarlos solos sin saber nada de ellos;
sin pensar que puede ocurrir, que lo mismo,
nos pase a nosotros.
Es por esto que debemos estar preparados.
Debemos aceptar que esto nos sucederá a todos
tarde o temprano.
Debemos prepararnos tanto exterior como interiormente
para esto.
Asimismo, démosles atención a los familiares
en vida, para tener un recuerdo perecedero.
Ya que esto puede suceder algunas veces de improviso.
O ya saberse con anticipación; pero de cualquier forma
es difícil de aceptar: “Que ahora los vemos y después
ya no.” Abril de 2003
Por: Francisco Galindo