Boletín Informativo, de expresión libre y creativa para padres, niños, familiares y amigos.
Hermosillo, Sonora, México.

Mi experiencia en el área educativa

Mi formación es como psicólogo clínico, de orientación psicoanalítica, y desde mis primeras intervenciones trabajé con niños y adolescentes. Quizá esta situación definió que trabajara en este sector de población, en el cual sigo interviniendo después de 20 años, es el infantil.

En todo este tiempo se han presentado situaciones que han permitido complementar mi formación teórica y fortalecer y mejorar mi práctica. Alguna anécdota que ilustra esto es lo que ocurrió al iniciar mi trabajo aquí en Hermosillo:

B. (actualmente de 27 años) era un niño que cursaba el 3er. grado de primaria, su vida escolar se había desarrollado siempre en educación especial y tenía, a pesar de su corta edad, amplia experiencia en el trato con los maestros. Al estar trabajando un ejercicio de matemáticas y no poder resolverlo me desesperé, y le reprochaba el no poner atención. Él tranquilamente y sin temor me dice: “Profesor, no sabes para qué estoy aquí?”. B. Lo que me decía es que si no tenía paciencia, no servía yo para este trabajo.

Así, una lección importante para mí, en mi experiencia con los niños, ha sido el desarrollar mi paciencia y sobre todo que gran parte del conocimiento y la práctica que me permite ayudarles me lo han proporcionado ellos mismos.

Hasta aquí todo pareciera que ha sido positivo pero, como en toda actividad humana, también ha habido dificultades. Curiosamente el origen de éstas, que evita que un niño avance, generalmente no se encuentran en el niño, sino en los padres y maestros.

La práctica más común de los padres es: la de desatenderse de los niños, pensando que al estar recibiendo apoyo, todo está solucionado y no se necesita más de ellos en casa. O bien, si se está en una escuela de educación especial de tiempo completo, los padres piensan que lo que ahí se haga es suficiente para que el niño pueda desarrollarse adecuadamente y ya no se le pone atención en sus trabajos o tareas en casa.

Caso contrario, hay padres muy preocupados por la situación de su hijo, a tal grado que si sienten que el niño no está avanzando, se le cambia de escuela y de esta manera algunos niños llegan a conocer todos los centros, sin que se logre una continuidad en el trabajo; lo que trae consigo que el niño pierde oportunidad de estabilidad y de logros en su vida académica.

Por el lado de los maestros, las principales dificultades surgen por el desinterés. Hay maestros que dicen que si el niño no aprende, no es problema de ellos y, que son los padres quienes deben buscar ayuda para el niño. Quizá el maestro pudiera tener razón en que el problema no es de él, pero es el profesional más próximo al padre de familia en ese momento y que tiene la mejor apreciación del niño y los conocimientos para orientar a los padres.

Por lo dicho anteriormente, con respecto a las dificultades, pareciera ser un trabajo agotador, por ir contra la corriente; pero no, no es así, hay también padres dedicados y preocupados por atender y comprender la problemática de su hijo. Así como estos padres, también hay muchos maestros interesados en dar opciones y orientación a los padres.

En resumen, creo que lo mejor para el desarrollo de un niño es: el trabajo armonioso del profesional de la salud, maestro, psicólogo, y padres; atendiendo cada quien lo que esté en sus manos.