Boletín Informativo, de expresión libre y creativa para padres, niños, familiares y amigos.
Hermosillo, Sonora, México.

 

Cuando Gladis entró a 1er. año, la niña presentó problemas de conducta . La maestra me dio una orden donde decía que la niña necesitaba atención psicológica; entonces tomé la decisión de llevarla al Centro de Educación Especial, pero para esto la maestra no tuvo ni la mínima paciencia de cómo tratar a la niña: cuando ella lloraba la sacaba del salón; si la niña se tomaba de la reja de la ventana, la maestra le pegaba en sus manitas. La niña lloró en el 3er día más o menos.

Cuando la llevé al Centro, desde que miré a la psicóloga no me cayó nada bien, simplemente su imagen era como de una mujer gruñona, antipática, etc. Ya en la terapia, a la niña le decía que tenía que estudiar; pero para esto a mí ya me había hecho bastantes preguntas sobre nuestro hogar, sobre mi esposo, etc. Después a la niña le dijo que si no estudiaba iba a ser una burra, porque los niños que no estudian eso es lo que son, eso le dijo en una de las terapias. Me dijo que si Gladis seguía con esa conducta a la próxima le íbamos a poner orejas de burro, y castigarla haber si por ahí era la respuesta de parte de la niña.

Así pasó la siguiente consulta, se trató sobre lo mismo y así lo hice cuando llegamos a casa que Gladis tomó actitudes de berrinche y que al otro día no quiso ir a la escuela; sí fue, pero lloró. Fue ese día cuando le puse las orejas, recuerdo que las hice de cartón duro, la niña lloró bastante cuando miró que las estaba haciendo, porque sabía que se las iba a poner. Y después que se las puse la encerré en el baño porque ese día había llorado, y ella me decía: “no me las pongas, ya no voy a llorar”, yo me sentí muy mal, sentía tanta lástima, casi lloraba junto con ella; pero yo pensaba que era lo correcto y lo hice porque la psicóloga me lo ordenó, eran ordenes de ella, por eso yo pensé que era lo que tenía que hacer, aunque me doliera tanto. Y ahora que ya tengo más experiencia sobre esto siento tanto coraje, ahora sé el daño que le hacía esto a la niña. Cuando recuerdo estos momentos siento tanto coraje, siento ganas de decirle de cosas a esa psicóloga...