Mi experiencia como padre en la institución
Actualmente mi hijo ingresó a primaria, cursa desde luego el primer año; se le inscribió en una escuela particular por pensar que era lo mejor para él, dado que según yo, tendría una atención más personalizada. Al tiempo que el niño ingresa, me citan a la dirección de la escuela, donde están presentes: la maestra de español –que también imparte computación y matemáticas-; el objetivo de la reunión era hablar sobre la conducta del niño dentro del salón de clases y con sus maestros. Ya que no prestaba atención, peleaba con sus compañeros y se la llevaba tirado en el piso. Después de exponer las maestras el problema, la directora hace una evaluación escalada (esto es, de puntos de mayor a menor gravedad), del comportamiento del niño, acto que me pareció muy poco profesional; además de hacerme firmar un documento donde me comprometía a realizarle estudios neurológicos y psicológicos para atender lo que era la hiperactividad, según diagnóstico de la directora.
No conforme con eso, se me hace mención de un medicamento utilizado para los niños hiperactivos, y se me entrega una copia donde se explica el uso y las ventajas del mismo.
La directora me clasificó al niño como una persona que si no se controlaba podría poner en peligro a otro niño. Esto me dijo porque días antes, el niño se cortó el cabello hasta casi el cráneo y bastante extensivo. Por lo que se le llevó a rapar, pues no tenía otra solución. Otra travesura que hizo fue echar un lápiz a la tasa del baño de la escuela y bajarle al agua.
Debo, considero yo, hacer una aclaración: el niño entró el 2 de septiembre a la escuela; asiste esa semana, a la siguiente no, ya que se enferma de paperas, después asiste otras dos semanas y es cuando me citan por primera vez. Considero importante aclarar esto, ya que el periodo de adaptación era el suficiente según la directora.
A finales de octubre, se me vuelve a citar por la conducta del niño; además de que no hizo los exámenes de español y matemáticas. La directora me pregunta sobre la atención que se le ha dado al niño, porque ellas no ven ninguna mejoría; además vuelve a insistir en el medicamento, citando el caso de un niño cuyos padres son doctores y que actualmente se le está proporcionando el mencionado medicamento. A lo que la directora señala que según su “experiencia” mi hijo lo necesita con urgencia; en ése momento se le contesta que al niño se le suministrará medicamento si el especialista así lo indica. Hecho que molestó a la directora, por lo que respondió que efectivamente ella no era la persona indicada, para suministrarlo. En esa misma reunión se le realiza otra famosa evaluación escalada; hecho, reitero se me hace muy poco profesional. Después para concluir, me sugiere muy diplomáticamente que se busque otra institución para el niño, porque no me estaban dando los resultados que según ellas yo espero de la institución.
Es increíble lo que la opinión de unas profesionistas en educación, puede hacer en la autoestima de un padre, o en mi caso, de una madre; cuando a su hijo lo hacen aparecer como una persona no sólo incontrolable, sino peligrosa para otros niños; en otras palabras, casi un monstruo. Y como todos esos actos ejercen presión, mas que nada porque como padres buscamos lo mejor para nuestros hijos.
La opinión reservada de la pediatra
No por plantearla como reservada desmerita su valor; ya que es una especialista que hasta el día, me ha merecido mi respeto total. La doctora ha estado atendiendo al niño desde bebé; recientemente tuvo el niño consulta por las paperas. Después me comuniqué con ella para plantearle el problema del niño en la institución; su opinión que fue reservada, dado que ella me mencionó que no era el especialista indicado para evaluar y dar un diagnóstico sobre hiperactividad, el niño no tenía ese problema. Aunque era poco el tiempo que está en contacto ella no lo consideraba como niño hiperactivo. Dado el interés de la doctora me pidió mantenerla informada.
La unidad de terapia infantil
A esta institución acudí por ser la más indicada para atender el problema del niño. Actualmente el niño tiene una terapia grupal. Lo que a mí me desconcertó, es el procedimiento, ya que lo lógico sería que al niño se le hubiera realizado una entrevista, hecho que no fue así; ya que se me realizó la entrevista a mí, y en base a eso al niño se le canalizó a la mencionada terapia: sin cita previa, sin estar en contacto la psicóloga con el niño.
Mi opinión
Yo como madre, he tenido el impulso
de sacar a mi hijo de esa institución, no lo he hecho porque
sería evadir el problema y quizá ocasionarle un daño
más grande. Hoy lo que espero, es un diagnóstico de
personas especialistas, y una orientación más acertada
de cómo puedo ayudar a educar mejor a mi hijo. (Enero de 2003) .