Hablando de maltrato infantil en las escuelas. Yo tuve una experiencia muy desagradable con el kinder de mi hija. Cuando mi hija cumplió 3 años, busqué una escuela en la que ella pudiera ir a jugar, convivir con otros pequeños y al mismo tiempo fuera desarrollando habilidades. Según lo que yo me había dicho, era mejor para la niña empezar cuanto antes su educación, así lograba desarrollarse más pronto y fácilmente. Encontré una pequeña escuela cerca de mi casa, la visité y observé que las maestras eran todas muchachas jóvenes, incluyendo a la directora, todas con nivel académico muy bueno: psicólogas o licenciadas en educación, o por lo menos estudiantes de los últimos semestres de la carrera, en muy buenas universidades. Pensé que para iniciar su escuela estaría muy bien en ese lugar, porque serían muchachas suficientemente preparadas para el nivel que buscaba, y además de las ventajas de que alguien joven cuidara de mi hija porque de esa manera tendrían más ganas y más disposición.
Los problemas comenzaron cuando mi hija no quería ir a la escuela, no había forma de convencerla, lloraba amargamente y no podía bajarla del carro. Su maestra y la directora me decían que era normal que no se quisiera separar de mí, y que si accedía a sus caprichos cada vez sería más difícil convencerla para que fuera. Así, que de una u otra manera la obligaba a ir, pensando que eso era lo correcto. Poco a poco la niña se resignó a la situación.
En esta escuela tenían la posibilidad de que uno fuera a ver a su niña por una pequeña ventana, para ver como se comportaba en clase. Su papá y yo nos llevamos una muy desagradable sorpresa al ver como la niña se quedaba en un rincón, mientras la maestra le preguntaba cosas, y la niña se veía totalmente asustada; en un salón de clase donde 15 niños hacían lo que querían: se levantaban, gritaban, jugaban y la maestra no podía controlarlos. Después nos esteramos que algunas de las maestras que ahí se encontraban no tenían tales estudios que decían; sino que habían estudiado en una escuela técnica una carrera de asistente de educadora, para la cual no se necesitaba ni estudiar la preparatoria. En ese tiempo la niña desarrolló una enfermedad en la piel, que en mucho tiene origen nervioso.
Yo estoy convencida que en esa escuela no se maltrataba a los niños: no había gritos, ni golpes, ni castigos severos; lo que si creo que no había era experiencia; suficiente preparación, instalaciones adecuadas para tantos niños que fueron aceptando. Y sobre todo, no había la preparación suficiente para manejarlos. Ahora sé que es muy importante para un niño, sobre todo cuando son muy pequeños, estar en una escuela donde se sientan tranquilos, seguros y respetados en su forma de ser. Lo académico viene después…
Ahora la niña está en una escuela donde se siente bien, le encanta ir, tiene amigos, siente mucha confianza con sus maestras, y ha aprendido muchísimo.
Por otra parte, quiero comentar los casos de dos niñas que yo considero es también maltrato infantil. Supongo que sería del tipo más actual y aparentemente “bien intencionado”. El primero es de una niña de 9 años; siendo una niña muy inteligente, siempre obtenía muy buenas calificaciones en la escuela, pero por algún motivo que yo desconozco empezó a bajar en su rendimiento escolar…Esto trajo como consecuencia que al sentir la ansiedad de lo que podría ocasionarle con sus padres, comenzó a comer más de lo necesario. Los kilos en exceso se dejaron ver muy pronto, y entonces su mamá decidió revertir la situación: hacerla bajar de peso, para que no comiera de más, bajara su ansiedad y por lo tanto mejorara sus calificaciones. Así que le hicieron a la niña una operación en el estómago, donde se coloca una banda gástrica que hace que los alimentos no puedan pasar fácilmente al estómago y por lo tanto tenga que alimentarse básicamente con pocos alimentos y preferentemente líquidos. El resultado fue que la niña se sentía mal y se desmayara en la escuela. Le llamaron a su mamá y entonces fue cuando los maestros se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo. Quizá la madre podría pensar que lo estaba haciendo por el bien de la niña, que cuidaba su peso al mismo tiempo que su educación. Yo a esto lo llamaría maltrato físico y psicológico. Someter a un niño a una operación de esta naturaleza, y a una escala de valores de adultos; en donde los triunfos académicos y la imagen física son lo más importante: es hacerle un daño irreparable.
También está el caso
de esas escuelas, en las que en aras de que el niño aprenda
lo más posible, les dejan horas y horas interminables de tarea.
Años dedicándose a aprender cosas, en lugar de ejercer
su derecho de disfrutar de su niñez, de jugar, de divertirse.
No estoy en contra de las tareas, estoy en contra de hacer de la infancia
del niño un tiempo en el que jugar sea un lujo. ¿No
es esto presionar demasiado a un niño? ¿Que además
en aquellos casos que tienen que lidiar con una enfermedad bastante
seria, tengan todavía que dejar de disfrutar de las cosas buenas
de las que puede disfrutar siendo niño? ¿No es el hoy
el que debe importarnos más, sobre todo en estos casos; y dejar
la competitividad para cuando sean un poco más grandes? ¿No
es una infancia feliz la mejor base para un adulto sano física
y mentalmente, con valores morales y por ende buen profesionista?
Me pregunto y así mismo a ustedes… (Enero de 2003) .