Boletín Informativo, de expresión libre y creativa para padres, niños, familiares y amigos.
Hermosillo, Sonora, México.
— Pensé que “¿qué edad tienes?”, fue lo que usted quiso decir —explicó Alicia.
— Si lo hubiera querido decir, lo habría dicho —dijo Humpty Dumpty.
Alicia se calló para evitar una nueva discusión.
— ¡Siete años y seis meses! — repetía pensativamente Humpty Dumpty. Una edad bien incómoda. De pedirme a mí un consejo, te habría dicho: “Deténte en los siete años”… pero ahora ya es demasiado tarde.
— Nunca pido consejo en materia de crecimiento —dijo Alicia, indignada.
— ¿ Con que orgullosilla? —sugirió el otro.
Alicia, ante tal sugerencia, aún se sintió más indignada.
—Quiero decir —añadió— que no puede una evitar el ir creciendo.
Una quizá no —dijo Humpty Dumpty—, pero dos sí. Con la ayuda adecuada, podías haberte detenido en los siete años.
— ¡Que cinturón más bonito lleva usted! —observó de pronto Alicia (habían hablado ya, más que de sobra, del tema de la edad, pensó, y si realmente iban a elegir temas por turno, ahora le tocaba a ella). O mejor dicho— rectificó tras una segunda reflexión—, que bonita corbata… no, cinturón… ¡oh, perdón! —Agregó Alicia, muy azarada al ver la mirada hostil de Humpty Dumpty y, a la vez, ya arrepentida de haber elegido ese tema: “si por lo menos supiera —pensó—, cuál es su cuello y cuál es su cintura…”.
Sin duda Humpty Dumpty estaba furioso, pero durante uno o dos minutos no dijo palabra. Cuando al fin rompió el silencio, no se oyó sino una suerte de gruñido.
—¡Si hay algo que me exaspera —dijo— es una persona que ni siquiera sabe distinguir entre una corbata y un cinturón!
— Confieso que es debido a mi gran ignorancia —dijo Alicia en un tono de tal humildad que aplacó a Humpty Dumpty.
— Es una corbata, niña, una hermosa corbata, como tú bien has dicho.
Un regalo del Rey Blanco y de la Reina Blanca. ¡Para que veas!
—¿De veras? —dijo Alicia muy complacida al ver que, a fin de cuentas, no había elegido tan mal el tema.
—Me lo dieron —prosiguió Humpty Dumpty con mucha solemnidad, cruzando las piernas y apoyando sobre la rodilla ambas manos—, me lo dieron como regalo de incumpleaños.
—¿Perdón? —dijo Alicia con aire intrigado.
— No me has ofendido —repuso Humpty Dumpty.
—Quiero decir: ¿qué es un regalo de incumpleaños?
—Un regalo que se da cuando no es cumpleaños, claro.
Alicia tras reflexionar un poco, dijo al fin:
— Yo prefiero los regalos de cumpleaños.
— ¡Tú no sabes lo que dices! —gritó Humpty Dumpty—. ¿Cuántos días tiene el año?
— Trescientos sesenta y cinco.
— ¿Y cuántos cumpleaños tienes tú al año?
— Uno.
— Y si de trescientos sesenta y cinco restas uno, ¿qué queda?
—Trescientos sesenta y cuatro, naturalmente.