da miedo, porque conozco complicaciones
y secuelas a diferencia de los pacientes que no
temen porque ignoran muchas cosas.
El único problema que yo tengo es que a veces el medicamento
me da un poco de sueño, y cuando tengo guardias hay un rato
que lo único que quiero es dormir; pero ya me acostumbré
y logro controlar el sueño. Pero por todo lo demás,
yo llevo una vida tan normal como cualquier otra persona: me paseo,
me divierto, puedo manejar un carro, puedo ser ayudante en una cirugía;
en fin, para mí no es ninguna limitante, al contrario he logrado
sensibilizarme y establecer empatía con los pacientes. Ellos
no me van a contar cómo se sienten, en cambio yo sí
les puedo ayudar mucho, porque también soy paciente y además
médico.
Dra. Edna.
Residente de 3er año de Pediatría.
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Mi nombre es Karla
Fernanda, tengo 33 años de edad, y radico en la ciudad de Hermosillo,
Sonora. Al nacer mi madre tuvo una complicación, y el doctor
me administró un medicamento llamado Contax, me dio calentura
que la pudieron controlar, pero me vi un poco mal.
Al pasar los años todo iba perfecto, mi desarrollo iba normal;
en la etapa de la adolescencia entre los 13-14 años se me presenta
la primera crisis convulsiva: me encontraba en el baño de mi
casa, realmente no me di cuenta, me desmayé y me pegué
un fuerte golpe en la cabeza; desde ahí empecé a tener
pequeñas crisis de ausencias muy leves. De repente estaba peinándome
y me quedaba parpadeando o con la mirada fijamente para un solo sitio,
esto se presentaba por un período muy largo y nunca en aumento,
sino iba en disminución. Mis padres la primera crisis que tuve
realmente pensaron que era desmayo; fue hasta la segunda ocasión,
en la cual me encontraba yo en México, en una excursión,
y se me presentó una 2da crisis convulsiva: estaba enrollando
mi sleeping bag y en eso sentí que me iba a desmayar, y sentía
como se enrollaba todo mi cuerpo, y mi lengua y mis ojos se torcían.
Pero esto sinceramente uno no lo siente, sólo sientes que te
desmayas; las crisis por las que yo pasé duraron poco tiempo
3-4 segundos, y se presentaba uno, eso si al terminar la convulsión
quedaba cansada, y sentía angustia y miedo que me volviera
a pasar en ese momento, pero con el apoyo de mis padres me sentía
protegida.
Inicié mi tratamiento a los 14 años en Tucsón,
Arizona; en el centro médico, con un neurólogo, iniciando
con un tratamiento de epamin y depakote. Se me realizaron estudios
como electroencefalogramas, en la cual se encontró una pequeña
lesión 1. Temporal D.
Mi vida transcurrió de
una forma con muchos cuidados, mucho más responsable: tenía
horarios, en el cual dormir 8 horas y no desvelarme, una sana alimentación,
no comer alimentos que contengan fenilanina, cafeína, mucho
chocolate, vino, o bebidas alcohólicas; ni fumar, realizar
deportes. Lo que me ayudó muchísimo en mi vida diaria.