Boletín Informativo, de expresión libre y creativa para padres, niños, familiares y amigos.
Hermosillo, Sonora, México.

 

Cuando yo comencé con mis crisis convulsivas fue a la edad de 15 años, una etapa muy difícil de comenzar con esta enfermedad; pues a la primera crisis iba con mi tía que es médico, fui llevada con el médico a urgencias y se me envió a neuropediatría. Para mí, aceptar que estaba enferma fue muy difícil; ya que se me tenía con una sobreprotección importante, cosa no muy grata para mí tener que depender de los demás. Mi madre le preguntó al médico si yo podía estudiar dicha carrera (mediicina), ya que yo me empeñaba en estudiarla; y éste le contestó que siempre y cuando yo repusiera mis noches de desvelo con horas extras de dormir. Otra cosa es, que llevara al pie de la letra el medicamento, y que yo no tendría ningún problema en estudiar. Pero para mi era una cosa insoportable, ya que yo quería estudiar fuera de mi casa y no se me dejó; puesto que podría convulsionar y no iba tener quien me cuidara.

No podía salir con mis amigas porque yo no me podía desvelar, no podía hacer tantas cosas que yo estaba harta. Así que empecé a dejar de tomar mi medicamento; era demasiado para mí esa sobreprotección. Posterior a que yo terminé de estudiar y se me dio de alta parcialmente y fui a chequeo al médico antes de iniciar mi especialidad, yo ya por completo no tomaba el medicamento. Mi médico me hizo ver, y es cierto, yo comprendí que cómo era posible que yo siendo médico no tomara mi medicamento, sabiendo las consecuencias que esto podía llevar. Es decir, una recaída y ya no poder continuar con mi sueño que era ser especialista. Y que además de eso, cómo me iba a ganar la confianza de mi médico/paciente, si yo no podía confiar en ellos. Así que cómo iba yo a confiar de mis pacientes si yo había traicionado la confianza de mi médico.

Así que es muy importante ganarse la confianza y hacerse amigo de tu médico. Además conocer el beneficio y consecuencias que traerá el dejar un medicamento. Porque los médicos sólo quieren la salud y el bienestar tuyo, y hay que comprender sobre todo, a nuestros adolescentes que el tener una enfermedad crónica, implica tener responsabilidad de nuestros actos y; hacer ver a los padres, que los jóvenes son personas a las que no se les debe de proteger, porque eso condiciona muchas de las veces el desinterés por la toma de medicamentos. Sino hacerlos que ellos se valgan por sí solos, siempre y cuando estén con vigilancia a corta distancia. El paciente y el médico siempre deben de ser amigos. La confianza es una de las cosas de las que el médico no debe de perder de su paciente.