Antecedentes
Definición. La definición de epilepsia ha permanecido en una lucha entre la explicación científica y mágica. Por siglos la creencia prevaleciente fue, que se trataba de una manifestación de la posesión demoniaca, impuesta en la gente que pecaba contra alguna divinidad. Los científicos han luchado en contra de esta tendencia a la superstición, ofreciendo explicaciones más “reales” de dicho trastorno (5).
Por mucho tiempo, no existió un acuerdo universal en cuanto a la definición y la terminología, hasta que se adoptó en 1970, la Clasificación Internacional de la Epilepsia (6). La definición que establece es la más aceptada; reconoce a la epilepsia, como una afección crónica, de etiología diversa, caracterizada por la presencia de crisis convulsivas o no, recurrentes; y que son debidas a una descarga excesiva de las neuronas cerebrales, asociadas con las diversas manifestaciones clínicas y paraclínicas (7). La característica clínica más relevante es la variabilidad de los signos y síntomas, según sea el sitio de descarga; y por otro lado, lo impredecible de su presentación y reaparición. Una crisis epiléptica es el síntoma de un trastorno neurológico; la manifestación clínica de una alteración del cerebro de origen funcional o estructural, por lo que para algunos autores no se considera como una enfermedad. No obstante, se incluye en el grupo de padecimientos crónicos, porque requieren de atención como cualquier otra enfermedad por un periodo de tiempo prolongado. El origen es múltiple, al igual que sus factores predisponentes y determinantes; como también lo son su repercusión en la evolución, y el pronóstico final (8,9).
Desafortunadamente, esta definición adolece de reduccionista puesto que sólo considera el aspecto biológico del trastorno, ignorando el ámbito psicosocial que es perjudicial, tanto o más que el trastorno en sí. Algunas evidencias sugieren que el estigma es más difícil de manejar que el trastorno en sí mismo (2, 3,4).
Aspectos históricos. Desde hace 400 años A. de C., Hipócrates describió la epilepsia como: “… en cuanto a la enfermedad que llamamos sagrada, he aquí lo que es: ella no me parece ni más sagrada ni más divina que las otras, ella tiene la misma naturaleza que el resto de las otras enfermedades, y por origen las mismas causas que cada una de ellas. Los hombres le han atribuido una causa divina, por ignorancia y por el asombro que les inspira, pues no se parece en nada a las enfermedades ordinarias” (10). En cierta medida, resulta comprensible que algo tan impresionante, misterioso y sobrecogedor como las convulsiones, haya despertado tanto interés y curiosidad en el hombre, desde el momento de su inserción en el mundo biológico y que permanece hasta nuestros días (11).
Por otra parte, se tiene documentado que en México, en el siglo XVI, Martín De la Cruz hace algunas referencias en el Códice Badiano (1552), especialmente en lo relativo al tratamiento de la epilepsia, el cual se basó en hierbas medicinales. Refiere el Dr. Kumate (12), en su artículo “Libellus de mendicinalibus. Indorum herbis. Origen y peripecias del manuscrito: “El libro de hierbas medicinales de las Indias, escrito por Martín De la Cruz, un médico del Colegio de la Santa Cruz, versado sólo en la experimentación; fue traducido por Juan Badiano, indio Xochimilco de este Colegio. Informa haber terminado la traducción al latín el día de la festividad de María Magdalena en 1552. Se describe como un códice único, particularmente hermoso, el más antiguo y más valioso testimonio de la medicina azteca, en la primera mitad del siglo XVI”. En 1991, fue recuperado por México, del cual no se tenía copia en América.
Posteriormente, en 1754, Pedro de Horta escribió un libro titulado: Informe médico-moral de la penosísima y rigorosa enfermedad de la epilepsia; un texto enteramente dedicado a su estudio. Este es el primer libro sobre el tema escrito en América; sin embargo, aún es poco conocido en nuestro medio.