Para esta pieza se utilizaron los siguientes materiales: bolsas de té recicladas y tratadas, gesso, adhesivo (gel mate), pasteles suaves, pinturas acrílicas; y un panel de madera como soporte.
La pieza fue inspirada por una condición que desafortunadamente predomina en nuestras sociedades subdesarrolladas o “en vías de desarrollo” (como otros prefieren llamarle); esta es: la discriminación y junto con ella la miseria y la violencia. No sólo de los grupos de mujeres, niñas, niños, adolescentes y jóvenes, personas con discapacidad o capacidades diferentes, adultos mayores; además, comunidades indígenas, migrantes, víctimas de trata, personas en situación de calle, y un largo etcétera. Fue pensada como una manera de representar la urgencia que tenemos de practicar la solidaridad, no sólo a nivel local sino más allá de nuestras fronteras… (Por esto el símbolo de la paloma, que en diferentes culturas se asocia con la paz común, serenidad, alegría, amor, y esperanza...).
Para ello es necesario educarnos. Educar en solidaridad significa educarnos en humanidad. Construir una sociedad que sea verdaderamente humana significa poner a la persona y su dignidad en el centro, siempre, y nunca venderla en la lógica de la ganancia. Como señala Eduardo Galeano [1] "hay un sistema que no prioriza lo que de veras vale, y que además nos entrena para el egoísmo y nos prohíbe la solidaridad, de tal modo que nos cuesta mucho ver al otro (a) al prójimo como una promesa y estamos casi que obligados a ver al otro (a), o al vecino como una amenaza". Señala: "Yo no creo en la caridad. Yo creo en la solidaridad. La caridad es tan vertical: va de arriba hacia abajo. La solidaridad es horizontal: respeta a la otra persona y aprende con ella. Nosotros tenemos mucho que aprender de los demás".
Igualmente reconoce que: "El hambre, no es sólo hambre de pan. También hay mucha hambre de abrazos [2]. Y este es un mundo hambriento. El que no tiene hambre de pan, tiene hambre de abrazos o hambre de los dos, de pan y de abrazos. Y no seremos plenamente humanos, ni seremos verdaderamente democráticos mientras no seamos capaces de construir un mundo sin hambre de pan ni abrazos".
Finalmente, superar dichas condiciones de discriminación, miseria y violencia no es tarea de la caridad sino un verdadero acto de Justicia Social.