Boletín Informativo, de expresión libre y creativa para padres, niños, familiares y amigos.
Hermosillo, Sonora, México.

Tríptico

La Victoria de la Lucidez

         Recurrir a la pintura como medio de expresión puede ser tarea fácil, pero en ocasiones no lo es tanto y menos  cuando se tiene mucho a que hacer referencia, a veces se hace necesaria la utilización del simbolismo, que no es siempre suficientemente representativo, sobre todo cuando el sentir es más grande que el más selecto de los estereotipos.

         Tal es el caso de este trabajo hecho con toda la mejor intención de que resultara elocuente por sí mismo. De todos modos trataré, con estas líneas, de ofrecer algunos indicadores que fueron tomados en cuenta por el autor, que espero ayuden a la comprensión del propósito general y particular de la obra, que no es otro más que enaltecer principios que nos parecen fundamentales.

         Son tres cuadros: el izquierdo es un pequeño espacio de tela en que se exponen pocos elementos que pueden parecernos discordantes, inconexos, pero, exceptuando el ave dorada, imagen escogida por el autor para representar el intenso deseo de maximizar y elevar las cualidades de la figura central hacia un estadio superior, los demás son referencias al arte y al humanismo.

         Un libro nos indica testimonios del pasado, el estudio del presente, la adquisición del conocimiento y su proyección hacia el futuro que se espera sea siempre mejor.

         Están allí una rosa roja y un pincel contenidos en un tarro modelado que los unifica y nos habla de su interdependencia: sin arte no hay amor, sin amor no hay arte, si faltan los dos, no queda más que un recipiente que podrá ser bello, pero estará vacío.

         Vemos una infinita cadena de papel picado -el humanismo- que atraviesa nuestro espacio desde arriba y junto a la fantástica ave dinamizan todos los elementos descritos y enmarcan una mirada femenina un tanto doliente, pero llena de ternura y esperanza en la realización del sueño ideal: la felicidad.

         El cuadro central más grande, rompe un poco la continuidad y muestra un Don Quijote de la Mancha exaltado y envuelto por la imagen de su amada. Es una referencia gráfica a la presencia del amor, no exento de pasión, en la literatura universal.

         La secuencia se logra en el tercer trabajo, a través de la cadena de papel. La mirada femenina, al igual que en los otros cuadros, ocupa el primer lugar y confirma una vez más la fuente de inspiración. Un ala de mariposa  -la belleza y la transformación- de particular patrón de diseño, es utilizada por el autor, no como un simple recurso decorativo ni complementario, sino como un símbolo indicador de la delicada espiritualidad atribuida al personaje central.

         Toda interpretación distinta y más profunda, por su adaptación al sentimiento personal, es válida, de hecho hay allí muchas más, tantas como la capacidad imaginativa del espectador. La opinión en contra o a favor de la obra, y lo dicho por su autor, la crítica pues en todos sentidos, tonalidades, composición, manejo de planos etcétera; no se limitan, son bienvenidas, todo lo que se pide es imaginación.

Sergio Sosa Reyes.
Agosto de 2006