Hoy, inicio un nuevo proyecto en mi vida, la elaboración de un Diario de Arte. Con la ilusión de hacer un trabajo en el que pueda plasmar pensamientos, sentimientos y emociones a través de colores y pinceles. No soy una artista, no sé ni siquiera dibujar, sin embargo no pretendo exponer en una galería de arte. La idea es hacer algo íntimo, algo propio, en el que al crearlo pueda al mismo tiempo observarme a mí misma. Desahogarme y descubrirme, un recordatorio de quien soy.
Y la aventura comienza en la tienda de arte, hay que hacerse de materiales, cuadernos, pinturas etc. Y esto comienza a ser un poco agobiante, en ese mar de pinceles, pinturas, papeles, siento que la tarea es más compleja de lo que había pensado. Compro lápices y libretas, esperando que aunque escasos mis útiles, sea más importante las ganas y la ilusión con que empiezo la tarea.
Y comienza mi primera clase, guiada por la maestra Ana Silvia. Y comienzo mis primeros trazos como si fueran mis primeras letras. Dibujo el contorno de un jarrón sin ver el papel, con la esperanza que si no se parece a la figura original, por lo menos no me salga de la hoja. Y me alegra ver que no sale tan mal. Después de todo sí parece un jarrón. Seguimos con el mismo objeto, tratando de copiarlo en el papel y sale un poco mejor.
Y ahora sí, comienzo mi primer dibujo de unas pequeñas acuarelas infantiles legado de la niñez de mis hijas. La maestra Ana Silvia, pacientemente me enseña a observar con detenimiento los detalles que hacen de este objeto único: Sus luces y sombras, sus pinturas gastadas y hasta las gotas de color regadas por la pequeña paleta de cartón. Y mientras realizo mi obra, me vienen recuerdos de la infancia, de mi abuela, de mi hermana, del cura y de lo ilógico y contradictoria que es muchas veces la vida…
Aprendo a usar los distintos lápices, los pasteles, a difuminarlos y hasta cepillarlos. Les damos un terminado, y escribo en mi dibujo lo que aprendí y los sentimientos que me acompañaron al hacerlo. Y me siento muy orgullosa de mi pequeña obra artística. Para ojos ajenos sé que es sólo un dibujo, para mí, es un pequeño reflejo de mi alma.
Con mucho cuidado y cariño, forramos mi nuevo diario. Me siento satisfecha y agradecida con este regalo que me da la maestra Ana Silvia, y me siento entusiasmada por las sorpresas que me depara elaborar mi siguiente obra.
-Mariana
Hoy realicé mi página número dos de mi Álbum de arte. Primero elegí un recorte de periódico donde aparecía la imagen de cuatro pequeñas cantando, aproximadamente de seis años. Estaban disfrazadas con trajes de brasileñas, con diademas en la cabeza y sobre éstas, pequeñas frutas de plástico como adorno.
Lo que a mí me llamó la atención de esta imagen, es que una de las pequeñas en su diadema tenía puesta una naranja y un plátano, y que a diferencia de las otras niñas se veía un poco exagerada. Supuse que la madre por las prisas o por el descuido, o tal vez por no tener los recursos suficientes, hizo lo que pudo para que la niña se presentara a su festival con lo que tenía más a la mano.
No sé si la niña fue objeto de burlas de sus compañeros, pero para mí representó las veces que injustamente en la infancia, fui objeto de discriminación, risas o críticas por mis compañeras de clase. Sé que la mayoría de las personas pasamos por esas experiencias que siendo a tan corta edad, se quedan como pequeñas o grandes heridas del alma.
Entonces mi maestra de taller (Ana Silvia), me enseñó que a esos recuerdos había que llenarlos de color. Reformular el sentimiento de la historia, ponerle mis colores favoritos, los que están llenos de brillos y de luz.
Le puse a mi diario sellos de mariposas pequeñas que volando se hacen grandes, como símbolos de una de las frases que enmarca la imagen: “No importa si el paisaje es verde o agreste, es la gracia del vuelo lo importante”. Esto, para mí significa que yo debo seguir volando sin tristezas ni resentimientos, para poder vivir en paz. También sirve como marco la frase: “sólo el amor y el cuidado te permiten superar las dificultades”. Con esto quiero recordar cada vez que vea mi álbum, que es el amor que recibo pero sobre todo, el que me doy a mí misma, el que sana las heridas y el que me permite seguir adelante.
También le agregue las palabras “Fly, free & everything beutiful”.
Y para cerrar esos recuerdos, en una cinta que atraviesa la imagen de esquina a esquina: “oh haz fuerte mi voz y mi espíritu vivo”, como señal de que al igual que las mariposas, se necesita una transformación para poder volar.
-Mariana
Esta página quise dedicársela a un personaje muy especial para mí. Yo disfruto mucho de la lectura, y desde pequeña tengo un cuento que es mi favorito; no tiene importancia mencionar cuál es, lo importante es que en éste cuento, aparece un personaje que habla sobre la amistad, el amor y los bellos recuerdos que permanecen; aún cuando los que participan de esta bella historia se alejen físicamente.
Al inicio, para hacer mi dibujo, utilicé como modelo un mono de tela de mi personaje favorito; y para realizar la composición, me lo imaginé en una montaña, recordando a su amigo. Mi maestra (Ana Silvia), me fue guiando para pintarlo con lápices acuarelables; en colores verdes, naranjas y azules.
Mientras hacía mi obra, disfruté recordando la historia que tanto me gustaba, la sutileza y romanticismo de ella... Hasta que llegó el momento de ponerle palabras a mi trabajo (explicarlo). Primero pensé en las frases que tanto identifican a mi personaje, pero después mi maestra me hizo una pregunta que me hizo reflexionar sobre esto. Me preguntó que si sabía algo sobre el autor del libro, su dedicatoria, el simbolismo de los personajes, y a quienes encarnaban en la vida real. Yo nunca había analizado a mi personaje favorito desde esta perspectiva, y mucho menos analizar a quién estaba dedicado el libro.
Después de la conversación sobre mi trabajo y el libro, me di cuenta que como cuento para niños tenía una gran belleza, pero que haciendo una lectura más crítica, y de adultos, los significados pueden ser muy distintos. Y me quedé reflexionando que muchas veces crecemos con una mentalidad demasiado romántica de la vida y del amor. Olvidamos fijarnos en los claroscuros que toda relación tiene, y vamos por la vida soñando que podemos encontrar personajes y relaciones como nuestros cuentos infantiles.
Comprendí que a pesar de la edad que tengamos, siempre hay espacio para madurar, y ver la realidad como es. En la relación humana, no existe el color rosa, ni tampoco todo es negro. Simplemente hay que ver bien....
Al final, el personaje de mi álbum está rodeado por la frase: “Despertar de la ilusión romántica, para formar una conciencia crítica de la realidad”.
-Mariana
En el taller de este día, la maestra Ana Silvia comenzó a hablarme de los colores. Vimos de una forma general lo que significaban los colores para mí, y cuáles de éstos eran mis favoritos; cómo afectaban mi estado de ánimo y hasta cómo influía mi gusto por ellos en las cosas que usaba todos los días.
Después me presentó un libro que se llama El libro negro de los colores. Este es un libro ilustrado en color negro, con figuras en relieve y texto escrito en Braille y en inglés. Hicimos un ejercicio en el que yo con los ojos cerrados, tenía que adivinar qué figuras eran las ilustradas en el libro. Esto lo tenía que lograr primero con el sentido del tacto, y al mismo tiempo, ir escuchando el texto relativo a la ilustración, que la maestra me leía en voz alta. El texto tenía frases que se relacionaban con las figuras y con los colores que en la realidad tienen esos objetos; por lo que era un complemento para el ejercicio de la lectura.
Tuve que concentrarme mucho para adivinar, porque la información me llegaba a través del sentido del tacto y el oído, pero al mismo tiempo tenía que hacer asociaciones de palabras y recuerdos para saber de qué se trataba. Al final, logré adivinar la mayoría de ellas, y darme cuenta que también en nuestra memoria asociamos por ejemplo, el verde con cosas como la hierba fresca; o el color rojo con una fresa, etc.
Me pareció que estos ejercicios enriquecen nuestra percepción de lo que son los colores, no sólo como algo visual, sino que también los podemos asociar a nuestros otros sentidos.
Aprendí que el libro que utilizamos se le llama multidimensional o multisensorial, y son de las nuevas herramientas utilizadas en educación (lo que han llamado la educación del siglo XXI).
Después pasamos a hacer un círculo cromático con acuarelas, y experimenté con los colores haciendo mezclas con ellos. Aprecié cómo en diferentes pinturas de obras maestras, los colores expresan los sentimientos que el artista quiere trasmitir; ya sea tristeza, alegría o enojo, y cómo por medio de colores complementarios hacen de la pintura una obra más vibrante y hermosa.
Ya con estos nuevos conocimientos adquiridos, llegó el momento de que organizara mi paleta de acuarelas, y acomodarlas según se clasifiquen en colores cálidos o fríos, y según su tonalidad o contraste.
Así, iniciamos por planear mi página de diario No 4. Después de revisar varios libros sobre el tema del Color, que mi maestra me fue mostrando y explicando, descubrí que mi color favorito se encuentra entre la gama de los colores neutros: beige, gris, blanco, etc. Y son asociados con el ámbito espiritual, por lo que me decidí por hacer un Mandala de color durazno claro, que estuviera rodeado de un aura de energía color gris acero.
Para darle forma a mi Mandala, utilizamos una plantilla, y para pintarlo una combinación de acrílicos en color violeta, amarillo y ocre amarillo; esto para lograr mi color favorito. El círculo que rodea a mi Mandala lo hice con un pincel de abanico; y con los acrílicos blanco, azul y negro para lograr el tono de gris deseado.
Finalmente, mediante letras de madera y tinta, colocamos el título: “Sin artilugio, auténtico, sereno”, que es lo que representa mi color favorito, y con lo que asocio la figura espiritual de mi Mandala.
-Mariana
Mi página de diario No.5 trató sobre el tema de la autoestima. Quise expresar en ella la importancia de quererse a una misma y de aceptarse como es. Y para desarrollar este tema, la maestra Ana Silvia me habló de cómo influye la sociedad en nuestra propia imagen. La cultura, la religión y la economía tienen un poderoso efecto en la manera en que las mujeres nos percibimos a nosotras mismas y de nuestros roles dentro de la sociedad. Lamentablemente, el balance no es positivo. Hasta hace muy poco tiempo éramos consideradas como propiedad del hombre, que en ese momento gobernaba la casa; llámese padre, marido y en su ausencia, los hijos varones. Las mujeres no teníamos voz ni voto. Con la lucha por nuestros derechos se lograron algunos avances, sin embargo, publicidad y mercadotecnia han logrado que nosotras mismas nos cosifiquemos y nos valoremos según modelos inalcanzables que la economía de consumo nos impone. Ser jóvenes, delgadas, exitosas; y por supuesto, siempre disponibles para que el hombre nos califique y clasifique son hoy las normas para definir nuestra valía. En aras de esta búsqueda de autoestima, navegamos por el mar de productos que el mercado nos ofrece para transformarnos, "para valer": maquillaje, cirugías, ropa de "marca", cremas, etc., etc. Y si eres una mujer pobre, nuestras opciones se ven tan limitadas a productos más baratos y casi siempre prometedoramente milagrosos. Casi nadie se escapa...
En este panorama tan poco halagüeño, uno tiene que fortalecerse a sí misma, buscar la valoración en nosotras, y no entregar ese poder a otros. Tenemos que ser nuestro propio espejo donde nos veamos como seres humanos que importan. Reconocer nuestras cualidades, nuestros logros grandes o pequeños, y agradecer también a la vida por nuestras bendiciones. Disfrutar de lo que nos gusta, lo mucho o poco que tenemos en el presente, amarnos incondicionalmente, porque incorrectamente nos han enseñado que esto es un defecto, cuando en realidad es lo esencial para tener una buena vida.
Después de esta conversación y reflexión guiada por la maestra Ana Silvia, inicié a trabajar en mi página de diario. Primero, la preparé con una base de gesso blanco y la pinté con un fondo de acuarela azul, para significar lo trascendente del tema. En el centro, como punto focal, coloqué una tarjeta con una imagen de una mujer madura, bella sin artificios, natural en su sonrisa, "común y corriente" en opinión del mundo, pero tan valiosa como yo misma. Agregué una lista de las cosas que agradezco tener: mis hijas, mis hermanas, techo y comida, etc. La lista está escrita sobre un papel calcomanía y en una bolsa de estraza que me permitirá guardar mis futuras bendiciones. También una lista de las cosas que disfruto hacer, para que no se me olvide que yo también cuento, y que nunca debo dejar de hacerlas.
En dos pequeños cuadros de papel de acuarela, dibujé dos imágenes, la primera: una taza, regalo de mi hija, que tiene impresa la frase "mamá número uno", y que documenté con la frase: "esta taza que me dice que soy buena mamá", para recordarme que soy amada por mis hijas. En el segundo cuadro dibujé mis lentes, con la frase: "Estos lentes me recuerdan que debo ver las cualidades de mi misma que no estoy viendo ahora. Esas cualidades que ve la gente que me aprecia y me quiere." Este dibujo es con el fin de hacerme ver que el amor a mí misma no debo condicionarlo a los valores del mundo; sino a que soy un ser humano con sentimientos, con cualidades, y aunque con errores, con buenas intenciones y que eso me hace valer como persona.
Fijé unas imágenes de dos niñas que representan a mis hijas, y de dos pájaros impresos en papel que significan la libertad que quiero para ellas y para mí. Asimismo, una pequeña carpetita tejida, que me recuerda mis raíces, mi abuela y mi infancia; que también deben ser asumidas y aceptadas como parte de mi historia, de quien soy.
También coloqué en mi collage calcomanías con frases que me dicen cosas que debo recordar en mi vida como: "progreso no perfección, tu eres bonita, yo amo la comida, todos los días son un regalo; y sobre todo, siempre tener una actitud de gratitud". Además, pegué unos cuadros de papel impreso con la paleta de colores utilizada: azul, amarillo, verde y rosa.
Cada uno de estos elementos, los enmarqué con una tinta de color verde pistacho, para darle un toque antiguo a mi trabajo. Al final, con sello de letras de madera, la palabra más importante de todas: Amor.
-Mariana
Esta página de mi diario quise dedicarla a la importancia de tener un sentimiento de gratitud por todo lo que se nos ha dado. Si no nos sentimos afortunados por lo que tenemos, y siempre estamos esperando algo más, siempre seremos unos insatisfechos con la vida y siempre nos sentiremos infelices.
Sobre este tema, mi maestra Ana Silvia me mostró un libro ilustrado que se llama El árbol generoso. De una forma muy resumida, la historia trata: sobre la relación de un árbol y un niño pequeño. Al principio de la historia, el niño juega con el árbol, se mece en sus ramas, come de sus frutos, se cobija en su sombra; en fin, el niño ama al árbol por todo lo que éste le da, y el árbol ama al niño y disfruta dándole todas estas cosas. Pero el tiempo pasa y el niño crece y se enamora, y aún se cobija en la sombra del árbol, pero lo olvida un poco, y el árbol sigue ahí para él. El niño se convierte en joven y se vuelve más exigente, quiere dinero y se lo pide al árbol, y éste le da sus frutos para que los venda y se compre lo que quiere, pero sin recibir nada a cambio. Después, regresa hecho un hombre y el hombre le pide una casa, así que el árbol le da sus ramas para que la construya. El hombre ya maduro sigue con sus peticiones y el árbol le da su tronco, hasta que al final, vuelve ya anciano a recargarse sobre un pequeñísimo tronco, el tocón, lo único que queda del hermoso árbol.
Al leer la historia, sentí una gran tristeza por ese árbol, que siempre dio hasta acabarse, y el niño siempre actuó de forma muy egoísta sin darle nada a su árbol amigo, y sin agradecer todo lo que había recibido incluso hasta cuando ya era un anciano. Mi maestra me enseñó que de esta historia podríamos hacer varias lecturas. En nuestra sociedad, y especialmente en el ámbito religioso, se nos dice que debemos ser buenos para gozar de un paraíso celestial, y que para lograr esto, debemos estar siempre dispuestos a dar aunque no seamos correspondidos. Esta es la historia del árbol, que a semejanza de la madre tierra o madre humana, o todos aquellos deseosos de ayudar al prójimo, muchas veces dan hasta ver agotados sus recursos o sus fuerzas. Estas relaciones tan inequitativas han propiciado las más de las veces injusticia: en donde los que dan, terminan por agotarse y los que reciben, se sienten merecedores de algo por lo que no han trabajado ni luchado, y sin la responsabilidad de corresponder a lo que han recibido.
Podemos ver frecuentemente dicha situación en las relaciones de los hijos con los padres y viceversa; y en las parejas, en donde la mujer en su rol de madre y esposa siempre lleva la mayor carga de responsabilidades. En el trabajo, en la relación del patrón con el subordinado. Y en general, en el ser humano con el planeta tierra. En tantas situaciones en que por el hecho de que uno se sienta necesitado, y el otro capaz de satisfacerlo, tenga este último la obligación de darle lo que pide, sin tomar en cuenta que en una relación verdadera existe la reciprocidad. De tal forma que, cuando se establece una relación egoísta, uno tomará del otro mientras tenga que darle, en el momento que ya no pueda obtener ningún beneficio, simplemente se retirará. Lo anterior, no es una relación amorosa, es una relación de conveniencia.
Si nosotros seguimos con ese paradigma “en el que hay que dar hasta que duela”, sólo fomentamos seres egoístas, que no aprenderán a ser parte de una relación, de un grupo y de un planeta: Que todos debemos dar y recibir al mismo tiempo. Que esta es la base de la justicia. Algunos podrán dar más en algún momento, y algunos estarán más necesitados en otros. Lo más importante es no olvidar que somos seres que pertenecemos a un colectivo que se llama humanidad, y que todos tenemos una responsabilidad con nuestro entorno.
Con esta nueva conciencia, mi maestra me leyó una visión alterna de interpretar la historia original del árbol generoso. En esta reformulada historia, el árbol no confiaba en lo que la palabra amar significaba para el niño, se extrañaba de que éste pensara que él (el árbol), estaría solo mientras no contara con su compañía: ¿Por qué estaría solo, estando todos los árboles del bosque y sus animales?, eso era raro para el árbol... Ella (así llama el autor a veces al árbol), sentía pena por una persona tan egocéntrica. Cuando fue a pedirle dinero, el árbol no le dio sus manzanas para que las vendiera, sino que le ofreció manzanas para comer, y le indicó que con sus semillas sembrara más árboles. Pero el niño no quiso escuchar. No quiso entender que una verdadera relación se construye en la reciprocidad.
...Y poniendo manos a la obra, mi composición para esta página No.6 de mi álbum de arte, trató de representar a este árbol generoso. Lo hice con pasta para modelar y una plantilla de árbol; lo pinté con crayones acuarelables en colores verde lima, pistacho y café. Para el fondo usé un azul cielo, que realicé con la técnica de acuarela: húmedo sobre húmedo. A un lado de mi árbol, dibujé y pinté sobre un cuadro de papel para acuarela, al pequeño reyezuelo: con una corona dorada, overol rojo y zapatos azules. Rodeé la composición con tinta de un color gris verdoso; y en la página izquierda de mi álbum, en un papel para estampar que pegué con gesso transparente, agregué una frase a modo de reivindicación del árbol.
La frase pertenece a la reformulada historia del árbol generoso. Dice lo siguiente:
“Tú como todos los demás, puedes tomar tantas manzanas
como necesites para comer,
y luego puedes esparcir las semillas por todo el bosque y hacer más árboles.
Esto es lo que hacen los niños y niñas buenos de todas las especies:
se ayudan y se alimentan mutuamente.
Pero no, tú no puedes tomar mis manzanas para vender y ganar dinero.
¿No quieres ser parte del bosque?”.
-Mariana