En esta sección, el autor de la obra Aprendiendo a Vivir, describe brevemente la historia que se narra en la pintura.
Mary W. Shelley, en su famoso libro Frankenstein , hace alarde de imaginación creativa y nos ofrece un terrible ser en el que se manifiestan los extremos del bien y el mal; éstos en su desarrollo parecen juntarse una y otra vez hasta llegar a confundirse.
No es difícil advertir en este relato, la analogía con el devenir de la humanidad, cuya historia está plagada de hechos tanto deplorables como amables; tan bellos como horribles, que en ocasiones exceden nuestro entendimiento.
La lectura de Frankenstein llega a ser apasionante ya que en algún lugar encontraremos determinado parecido con nuestras propias vivencias. Nadie estamos ajenos a experimentar en mayor o menor medida situaciones en que se percibe el contraste de la bondad y la maldad; lo verdadero y lo falso; el construir y destruir.
En este trabajo pictórico que presentamos, quisimos recuperar el lado positivo del relato, y mostramos un momento que nos parece clave.
En un primerísimo plano observamos libros, que representan la recopilación del saber y su contribución a alcanzar lo perfectible de la humanidad. Es a través de ellos, que llega el conocimiento hasta el mundo de sombras y de ignorancia de un ser sin pasado. Pero el conocimiento no llega solo, llega acompañado de la sensibilidad, la capacidad de admirar la belleza, la espiritualidad y el amor, representados en el cuadro por las mariposas que gracilmente se posan en el hombro izquierdo del monstruo.
El monstruo escondido, atisba por una rendija de la pared. Esa pared significa la gran barrera de intolerancia, egoísmo, mezquindad, indiferencia ante el dolor ajeno que llega a convertir al hombre en el lobo del hombre. Tras ella vemos una familia. En esta escena familiar, se ven unos jóvenes: Safie y su novio Félix quienes después de superar muchas vicisitudes se han reencontrado y se disponen a la felicidad. Los acompaña Agatha, hermana de Félix. Entre ambos enseñan a Safie el idioma; circunstancia que aprovecha el monstruo para su propio aprendizaje. Se encuentra también el Sr. De Lacey, padre de Agatha y Félix, cuya ceguera hizo posible la compasión en un momento dado, hacia nuestro monstruo.
Hemos hecho pues, una muy somera referencia a la obra de la Sra. Shelley ante el gran reto de describir pictóricamente su gran contenido, que a nuestro juicio desborda en simbolismo.
Por: Sergio Sosa Reyes