Boletín Informativo, de expresión libre y creativa para padres, niños, familiares y amigos.
Hermosillo, Sonora, México.

Aprendiendo a Vivir

Narrativa de la interpretación

En esta sección los lectores comparten sus propias narrativas de interpretación, sobre el cuadro: “Aprendiendo a Vivir”.

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En esta escena, la presencia fundamental es el ser humano. Se refleja lo complejo que somos en nuestra vida y forma de ser. La presencia de mujeres y hombres, entre ellos jóvenes y personas de mayor edad, nos revela la realidad –a veces no aceptable–, de que ambos son capaces de verse por igual, sentirse igual, aunque por fuera halla señales de que han pasado los años; o bien de que éstos aún no se han vivido como se quisiera.

Por otra parte, la presencia de la mujer marca lo relevante de su existencia como punto de equilibrio en la vida. La figura sobresaliente de Frankenstein, es mostrada como un ser amigable, así sus rasgos de monstruo son desvanecidos, mostrando una mirada y sonrisa amable y gentil. Nos podríamos preguntar ¿cómo es posible que un personaje tan horrible, sea llevado a una pintura que nos hable de Aprender a Vivir?.

El cuadro nos impacta en un inicio, tiene esa cualidad de que no podemos dejar de verlo; al recorrerlo con la mirada nos crea dudas, a la vez que se resuelven otras, para finalmente dejarnos una agradable experiencia, no sólo de la novela Frankenstein (escrita por Mary W. Shelley), sino de la vida. Todo ello se logra con el empleo de elementos estéticos, símbolos, manejo de colores obscuros, y principalmente la luz, que ilumina tanto a las personas que le acompañan en la imagen, como sus libros. Y de manera importante sus escritos, resultado de sus reflexiones y observación.

No es gratuito que se muestre totalmente iluminado el papel donde dice:

“No hay nada en el mundo que produzca un gozo
tan grande y verdadero como el hallazgo de un alma
privilegiada que nos abra sus puertas y nos
comprenda”

Todo ello logra el fin pretendido, darle vida en esta imagen al principio fundamental: el ser humano.

Por: Oscar Campbell