Sobrevivimos tiempos muy difíciles no solo en nuestros países “en desarrollo”, sino a nivel planetario. La persistencia de la violencia y sufrimiento es cada vez más profunda para una gran mayoría de humanos y no humanos, lo cual es un artefacto del excepcionalismo: considera a la especie humana como superior al resto de las especies. Este desprecio por lo no humano fundamenta la idea de que la tierra y los seres que la habitan son recursos para explotar o bienes para preservar. Así, una clase de unos pocos individuos con el máximo poder (económico, político, social, etc), ejercen este poder sobre el resto de la humanidad; en donde la explotación y preservación de los recursos son para su beneficio propio.
Retomando las palabras de Mariana Garcés en Escuela de aprendices, acerca de las existencias residuales, señala que, en los países más pobres la residualidad no es una posibilidad entre otras sino el punto de partida para millones. Residualidad es entonces sobrevivir día a día entre las montañas de residuos del mundo rico. Ser residuos entre los residuos del crecimiento, llámese “desarrollo”. En nombre del “desarrollo” en los países pobres, las empresas extractivas han convertido la tierra, agua, aire en un ambiente tóxico para la vida en el planeta; de ahí el cambio climático, inundaciones, guerras, la extinción de ecosistemas y especies, entre ellas la humana.
Un problema grave que también estamos enfrentando no solo es la violencia de los varones sino también de las mismas mujeres que han internalizado el pacto patriarcal de violencia, dominio, explotación y crueldad, limitando sus escasas oportunidades de sobrevivencia. Rita Segato, feminista argentina, señala que no se debe ver a los hombres como enemigos naturales sino al orden patriarcal, pues éste está también apuntalado por mujeres.
Por otra parte, Margaret Atwood, en El cuento de la criada, comenta sobre mujeres que reproducen el orden patriarcal: “Sí, las mujeres se agrupan para atacar a otras mujeres. Sí acusan a las demás para liberarse ellas: lo vemos con absoluta transparencia en la era de las redes sociales, que tanto favorecen la formación de enjambres. Sí, aceptan encantadas situaciones que les conceden poder sobre otras mujeres, incluso –y hasta puede que especialmente- en sistemas que por lo general conceden escaso poder a las mujeres: sin embargo, todo poder es relativo y en tiempos duros se percibe que tener poco es mejor que no tener ninguno” (p.15).
No obstante, la competencia entre las mujeres es una artimaña del sistema patriarcal para evitar la colaboración, puesto que solo ante la solidaridad y la organización se podrá escapar de la opresión.
Lo anterior, tiene relación con la imagen de la pintura Cat´s Cradle de Baila Goldenthal, de la cual señala Donna Haraway en Seguir con el problema, que estas figuras de cuerdas son a la vez prácticas de pensar y hacer, prácticas pedagógicas y actividades cosmológicas, son como historias, proponen y ponen en práctica patrones para quienes participen, habiten, de alguna manera, una tierra herida y vulnerable: “Jugar a figuras de cuerdas va sobre dar y recibir patrones; dejar caer hilos, fracasar y a veces encontrar algo que funciona, algo consecuente y quizás hasta bello, algo que antes no estaba allí; va sobre transmitir conexiones que importan, sobre contar historias con manos sobre manos, dedos sobre dedos, puntos de anclaje sobre puntos de anclaje; sobre elaborar condiciones para florecer en la tierra. Las figuras de cuerdas requieren detenerse para recibir y pasar el relevo. A las figuras de cuerdas pueden jugar muchos seres, sobre todo tipo de extremidades, siempre y cuando se sostenga el ritmo de dar y recibir…” (p.32).
Por ello, hoy más que nunca debemos estar conscientes de que no podemos sobrevivir sin la colaboración de otros seres humanos. No somos organismos autónomos, necesitamos de la colaboración de las y los otros, de aprender a relacionarnos no a destruirnos, de convivir y cooperar para crear a un mundo más justo y ético, donde no impere la competencia y la explotación. Un mundo más vivible para todas y todos aquellos que no forman parte de las élites en el poder.
Necesitamos colaboraciones creativas no extractivas y explotadoras, relaciones que sean respetuosas, éticas, no jerarquizadas, ni violentas, que nos apoye a crear espacios más libres para crear, expresarnos, compartir, vivir con alegría. El mito del individualismo ya no puede sostenerse, nos estamos viendo obligados ahora mismo a darnos cuenta de que necesitamos de los demás; que es necesaria la solidaridad y la reciprocidad para sobrevivir.
Nuestros deseos, sueños, vidas, importan; no son de menor valía, “para cuando haya tiempo de atenderlos”. Recuerda que el silencio, la indiferencia, y la inacción también son violencia.
Lecturas recomendadas:
http://boletincontactando.com/blog/por-que-es-tan-importante-la-sororidad-para-las-mujeres.htm
http://boletincontactando.com/blog/diario-de-agosto.htm
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